viernes, 24 de julio de 2020

COMILLAS: RUTA BALLENERA


En Comillas se comienza a capturar la ballena franca septentrional o la llamada “ballena de los vascos” (Eubalena Glacialis) durante la Edad Media, pero el momento de auge es entre el siglo XVI y 1720, año en que concluye la actividad ballenera en la localidad -según el folleto turístico (de él están sacados todos los datos).

Desde las atalayas o las torres vigía se las divisaba entre noviembre y marzo. Aún se pueden encontrar restos en Portillo, Santa Lucía, Trasvía y Oyambre, a veces formando parte de otras estructuras, como faros.

El atalayero avisaba mediante señales a las tripulaciones de las pinazas o chalupas  (embarcaciones de unos 10 metros de eslora con una tripulación integrada  por unos 12 marineros y 10 remeros, aparte del timonel y el arponero, a proa. Las imágenes, las tenemos vivas de la película Moby Dick.

La ballena solía medir entre 14 y 18 metros y la grasa suponía entre el 35 y el 45 % de su peso total; era una ballena de movimientos lentos y que nadaba cerca de la costa.

Una vez cazada, se la descuartizaba en la denominada Roca o Piedra de la Ballena, una roca blanca muy lisa cerca de las actuales bodegas del puerto. El primer trozo era para el atalayero; otra parte era para la iglesia y una más para el Ayuntamiento.

En la llamada Casa de las Ballenas (lo que es hoy el cuartel de la Guardia Civil), se transformaban sus diferentes partes en objetos útiles: de las barbas se hacían cerdas para cepillos, varillas para paraguas o corsés. Los huesos se convertían en piezas de ajedrez, botones o collares. De la grasa se hacía un aceite para las lámparas que no desprendía humo ni olores. La sangre se convertía en ingrediente de embutidos, abonos y adhesivos. La piel se curtía para hacer cuero y con el intestino se hacían pergaminos. En cuanto a la carne, no muy consumida aquí, se conservaba en salmuera para venderla en Europa.

Ignacio Fernández de Castro fue uno de los balleneros más destacados de la villa. Creó una saga familiar con barcos y empresas adscritas. Los arponeros comillanos aún eran reclamados en Canarias hacia 1780, años después de que la actividad hubiera cesado en el pueblo.

El itinerario

Comienza en el Mirador de Rovacías, sigue por el Mirador de Santa Lucía, la playa, la Piedra de la Ballena y termina en La Garita, más allá del puerto.

Yo la he empezado por el revés: primero, buscando La Garita, el número 5 en el plano (que luego me he enterado que era “La punta de la garita”…) hasta llegar al Mirador de Rovacías, el número 1 (en una puerta que yo pensaba que no llevaba a ninguna parte…).



Salí con chirimiri buscando una torre como la que está cerca de Casasola, en Portillo: no recordaba haber visto una construcción, o restos, similares por la zona, pero nunca se sabe… Miré a ver si había algo cerca de los utensilios para subir la caloca, yendo hacia Trasvía, pero nada. Luego, tomé el camino que bajaba al centro de depuración de moluscos. Allí encontré un camión enorme que me había sobrepasado a toda mecha (recuerdo que pensé: si va a Trasvía con el GPS equivocado, se va a quedar encajado…). 

Iba a preguntarle al conductor, que se estaba comiendo un plátano, pero me hizo gestos como de que no me acercara, o que no le preguntara, o de que no sabía nada, o de que no sabía mi idioma…

Me di la vuelta pensando que el lugar era propio para desembarcar un alijo (has visto muchas películas…).

Bajé entonces al puerto. Miré a un lado y a otro, en busca de piedras grandes  y lisas donde pudiera descuartizarse una ballena. Luego, pregunté a un pescador joven: “¿Es usted de aquí?”. “Bueno, llevo aquí 20 años…”. Al enseñarle el plano, me dijo que la piedra de la ballena tenía que estar en frente de la lonja.



Allá que me fui. Antes, al pasar por el cuartel de la Guardia Civil (según el folleto, antigua Casa de las Ballenas), me di cuenta de que la  que llamábamos “flecha”, de niños (ya de mayor pensaba que, si se desprendía, iba a dejar a uno como un Guillemo Tell…), tenía forma de arpón.



Para confirmar, pregunté a otros dos pescadores, uno joven y otro mayor. El más viejo me dijo que llamaban “piedra de la ballena” a dos rocas que me parecieron ridículas. “Pero si ahí no se puede despiezar ni un atún”… “Bueno, en el espacio entre las dos…”. Al ver mi incredulidad, añadió: “Los antiguos decían que era esa piedra lisa de la izquierda”... Aquello ya me cuadraba más…Una ballena entre 14 y 18 metros, con un peso de entre 30 y 70 toneladas…



Aproveché para preguntarles por La Garita. “Ah, punta La garita…”. Es ese mirador con bancos detrás del puerto, al final del sendero…”. ¡Acabáramos!: es un accidente geográfico… Seguro que conserva el nombre de la atalaya en tiempos. Para allá que fui de nuevo.

Al subir hacia la carretera general, saqué la foto al faro construido sobre los cimientos de una torre vigía.



En la punta La garita, me subo al banco junto al  cartel y, desde ahí, se ve todo…


Ya solo me quedan el mirador de Santa Lucía y el de Rovacías.

Asciendo por las escaleras, cruzando el paso de peatones cerca del  hotel restaurante Joseín. Hay un faro y, desde la ermita, se tiene una panorámica de toda la playa.


Doy más vuelta para llegar, y encontrar, el mirador de Rovacías. Al final, resulta ser un cenador, una pérgola, en mitad de un jardín con encanto, a pesar de su abandono (en la portada de entrada dice que es obra del Taller de Empleo de Comillas, una restauración “jardinera” de patrimonio). Es un camino de guijo a lo largo de la urbanización (por debajo), con agapantos, una araucaria, una palmera… En una placa solar, descansa un ¿cernícalo…?


Me parece un lugar increíble. ¿Cómo no lo he conocido antes…?


MÁS PASEOS POR COMILLAS




https://ficcionesdeloreal.blogspot.com/2017/09/paseos-de-verano-comillas-junto-la-playa.html . Comillas. Paseos de verano 4.



lunes, 13 de julio de 2020

DIARIO “Un año mirando desde el balcón” (9). SIN Cursos de Verano

Miércoles, 1 de julio

Este año es el primer verano en el que no acudiré a ningún curso de la UIMP o de la UC. Así que el tiempo que tengo “de más”, quiero dedicarlo a ir hacia una vida más sencilla (intentar tener cada vez menos cosas, y la casa, “más monacal”). ¿Lo conseguiré…?



En Astillero, a las 10 h

¡Qué bueno! El señor con camiseta de tirantes que mira el móvil a la puerta de la tasca Orconera, sigue en la misma posición que hace un mes…En su camiseta, no muy limpia, la frase “Life´s a beach” (“La vida es una playa”…). 

Jueves, 2 de julio

(Vuelvo a mis 10 minutos de balcón -tras el diario del confinamiento)…


Amanece plomizo y luego  llueve. Dan entre 15 y 18 grados. Yo agradezco el frescor: se respira bien…Hay una gota persistente que cae por ahí y se suma al aleteo de una paloma o el runrún del tráfico, de cuando en cuando.

Adiós a mi baño playero. También al de la piscina… El 30 de junio me di de baja tras 17 años ininterrumpidos pagando todos los meses, porque la empresa, cuando más lo necesitaba, se sacó de la manga que este verano  no había excedencia veraniega y nos obligaba a pagar sí o sí…Pues va a ser que no…


En mi jardinera vertical, entre las hojas amarillentas, empiezo a ver botones de mis calendulitas enanas.


Por fin levantaron la camiseta del patio (o se desintegró…). Los calcetines ondean en el balcón de las sillas de playa, hoy con las pinzas sin “inquilinos”.


También se mueven las cuerdas de los tendederos inutilizados. En el alféizar del edificio de enfrente, las zapatillas claras de verano han sustituido a las pesadas del invierno. Más lejos, una toalla con los colores del arco-iris, flamea ya dos días en el tendedero, no sé si por el Orgullo, o porque sí.


Los gorriones siguen revoloteando como en los días dichosos en que apenas había humanos por las calles. A los del tercero, como no lo cojan, con la humedad se les va a pudrir el tomate en la planta…


Miércoles, 3 de julio. 14 julios sin Vid

Mi hermano Carlos pasó a recogerme sobre las 5 y 20 de la mañana para ver amanecer en Suances. En la península del Dichoso no había un alma, y entre el tío Carlos, el primo Arturo y mi hermano David nos prepararon un precioso amanecer, sosteniendo la nube negra que se quería despepitar sobre nosotros...


Sábado, 4 de julio

15´4 grados a las 7 h. El pescador que pesca siempre ya está ahí, sobre una roca.


Esta noche ha helado y hay condensación en los coches. Huele a mojado y a fresco y el día me recuerda a la primera vez que salí de Comillas hacia el Camino de Santiago, ya en septiembre de 2013. Los pájaros cantan, emocionados y agradecidos por el nuevo día.



Dejo atrás el barrio Velecio hacia la “avenida de los hoteles”. Las tejas están húmedas en la sombra y pienso que debería haberme traído un jersey finito…


La hiedra trepa por los cables y por los postes de la luz frente a la portada de la subida a la  (universidad) pontificia. Un petirrojo se posa en la cristalera con folletos desteñidos sobre el aprendizaje del español. ¿Me acompañarán en mi última etapa hasta Santiago…?


Hoy cojo la calle Doctores Verdeja y Meneses (la que yo llamo “avenida de los hoteles”), que hace años que no recorro (dejo para otro día el camino a la izquierda, que va hacia el palacio de Sobrellano).


Tras el hotel Comillas, el Tejo (con el restaurante Gorbea). Huele a heno dulce (de unas pacas embaladas en plástico negro).


La zona ha crecido mucho: urbanización “La Fragua” de Solatorre; residencial Sobrellano, urbanización El Castro…Llego hasta el final de las urbanizaciones (La Maceta) y me vuelvo por el mismo sitio, ahora con el sol de frente. Por la carretera a La Rabia (el paseo de Solatorre) aún están en sombra… Huele fuerte a jazmín, un olor que al principio me gusta y luego me repele -como si pasara del dulzor a la podedumbre en un segundo…


A las 8 h, para mí, empieza a calentar el sol (y el movimiento de coches). ¡Vamos al baño en la playa!

A las 8.30 h, un señor con trípode y katiuskas fotografía algo desde las rocas. Un padre y dos hijos franceses chapotean con el agua a media cintura. Ellos también saben lo que es aprovechar la primera hora del día…

A las 9.30 h estoy en casa: he cumplido con mi baño diario y mi ración de sol. Les dejo la playa y el mar a los siguientes…

“España es un grado más cálida y un 3 % menos lluviosa que hace 50 años”- leo en la prensa. Como si yo no me hubiera dado cuenta…

Domingo, 5 de julio

A estas horas, ves la vida de los que son tempraneros como tú: un gato, los pájaros, un caminante, una corredora…



A las 6.50 h aún están las farolas encendidas, aunque el sol acaba de alzarse del mar. Este resuena más que ayer y las olas rompen mal (son de las que te estrapallan contra la arena -las que yo llamo “rompeclaviculas”). Cuando se ve que hay espumilla en el faro del puerto…Alguien me dijo una vez que el mal tiempo llegaba siempre primero por el mar.


El comedor del Joseín parece el palacio del mar del cuento (inventado) que nos contaba mi madre cuando mi hermana y yo éramos pequeñas: tenía el suelo de cristal y, por debajo, se veían nadar los peces de colores.



Hoy voy a hacer el “camino de las ballenas” -según el folleto que me proporcionaron ayer en Turismo.


De hace muchos años, recuerdo que en el camino (un sendero) interior a Concha, pasada la gasolinera, a la derecha viniendo de Comillas (ahora ya cabe un vehículo) había una atalaya: voy a ver si la encuentro…


Tengo que traerme las botas de monte: el sendero es un poco pedregoso…Las bicis de montaña deben bajar haciendo cabriolas. Las cunetas están llenas de viborera y majuelos.
Ah…, vale. Recuerdo equivocado: la atalaya se veía desde aquí, pero está al otro lado de la carretera…


Dejo atrás la piedra (la roca) en Arroyo Gandarias, donde se sienta -o se sentaba- mi padre (92 años) como final de camino de su paseo, antes de regresar.


Por la acera ahora camina una muy cómodamente, sin jugarse el tipo yendo por un arcén casi inexistente. Sobre un muro de hormigón, el nombre “Venta de la Vega”. ¿Habría una venta en algún momento…?


Al final de Casasola (o al principio, según se mire), hay un caminito que sube, a la izquierda. Voy hacia los pilares de subida de la caloca. La atalaya tiene que estar por aquí…


Ando y ando por un sendero de “a uno”, pero no consigo verla. Voy con cuidado porque la hierba está con rocío y no quiero resbalar y quedarme sin mi Camino a Santiago…Cojo una subida de tojos, ya casi dándome por vencida…, y tampoco la veo.

Soy cabezona y decido darme la penúltima oportunidad, andando un poco más lejos por el arcén. Pero, cuando voy de regreso hacia la carretera, la veo, al otro lado de las grúas, frente a la universidad, en un montículo. Más cerca de lo que pensaba…Ahoya, ¡ya es mía…!


Cuando me acerco, veo primero los restos de una construcción, pero el camino apenas está marcado  y hay muchos escajos pinchudos. Intento rodear los restos de la ¿casa? Por el lado del mar. ¡Ahí está!


Los brezos me acarician y los tojos me arañan. Estoy tan cerca…Solo espero que no haya garrapatas… Al bajar de una roca, se me explota la costura de mi viejo pantalón por la zona del muslo. Ahora ya es definitivo: me tengo que volver. Lo intentaré otro día con pantalón largo y botas de monte. El camino está casi cerrado…


Martes, 7 de julio. San Fermín (Este año no será…)


A las 6.50 h veo la luna llena junto al edificio blanco de los caños; es un amanecer precioso y fresco. Hoy me voy a ir a bañar a la playa a primera hora, en cuanto desayune.

Las palomas zurean y, en el agua quieta del charco de ayer, se refleja una ¿chimenea…? Este finde ha brotado mi primera caléndula enana: es de color amarillo (en el sobre de semillas pone que también las hay naranjas). Los aviones/vencejos cruzan, veloces, por el cielo.


A las 8. 30 h salgo de casa a coger el autobús. Las jardineras aéreas ya están escullando agua del riego automático.

18 grados a las 8.39 h. A las 9 h estoy en la playa. El sol ya calienta (para mí)…


El acceso que suelo utilizar está cerrado y me mandan al más próximo. Voy al del parque infantil junto al Cormorán, frente al quiosco de helados, a ver…Sí, aquí hay una cámara que supongo nos va contando…


A las 10 h, tras haberme bañado (el mar estaba bravo, con olas grandes y fuertes) y recorrido las pozas y “socavones” de la orilla hasta la primera playa del Sardinero, subo por la rampa que me mandan, junto al balneario. A esta hora, la mayoría de la gente está paseando por la orilla y hay muchos surfistas en el agua. He visto bastantes chicas.


Desde el paseo, veo cómo hacen primero ejercicios de calentamiento para salir a nadar, con una boya, por detrás de las olas (¡a hacer pulmones!). Parecen patitos supervisados por otros, sentados en sus tablas.


Los señores de siempre se bañan en la playa del Camello, que ahora parece una ensenada tranquila frente a la espuma del mar abierto.

Sobre las 10 y 25 parece que entra la niebla y empieza a nublarse; pero también sale viento, que “sonoriza” los chopos.


Frente a mí, una pérgola, ailantos y chopos susurrantes. Un señor medita en un banco mirando al mar. Quizá soñando…


Cojo el bus en Reina Victoria 79, antes de adentrarme en la ciudad por San Martín. Las arenillas me molestan entre los dedos de los pies…

Miércoles, 8 de julio


Día más “calimoso” que ayer, pero bueno.

Para ser la misma hora, las 8.30 h, a mí me parece que hace más calor y aprieta más el sol… Sí. 20 grados a las 8.41 h.

Frente a la biblioteca municipal, ¡sorpresa! De ayer a hoy han aparecido 6 maceteros gigantes con los colores del arco iris, ¿a tono con las baldosas…?


Acabo de ver en un anuncio de los TUS (autobuses municipales) que existe el “personal shopper”…inmobiliario.

Paso ante el galeón al que la gente se refiere como “el barco pirata”. A mí lo que me gustaría de verdad, más que una visita, es salir con todas las velas desplegadas por la bahía…
https://www.eldiariomontanes.es/santander/viento-popa-siglo-20200708195033-ntvo.html. El Galeón Andalucía en el muelle de Santander hasta finales de julio (o más).


A las 10 h ya estoy fuera de la playa. Hoy el nordeste ha empezado a soplar antes, pero el mar estaba más calmado y he podido coger alguna ola, tras cruzar la banda arenosa que te deja agotado…


Jueves, 9 de julio

Amanecer calimoso...


Como impongan el uso de mascarilla obligatoria en Cantabria en todo tiempo y lugar (yo me la pongo en todos los lugares cerrados y obligatorios), yo me muero…; no puedo respirar bien y siento que me ahogo, por mucho que digan que el flujo de entrada y salida entre los poros de la mascarilla es fluido. No sé si será mi capacidad pulmonar o la sensación de asfixia que me recuerda a cuando tuve tres o cuatro años (por un garrotillo- me dice mi madre), y que aún recuerdo.

Creo que, antes de pagar justos por pecadores, deberían multar a todo aquel que participa en botellones y fiestas incontroladas o que no mantiene distancias de seguridad. Pero si vas por calles sin nadie, a primera hora, o cruzando en Z cada vez que ves a alguien… Para mí es como otro confinamiento.

https://www.eldiariomontanes.es/cantabria/revilla-plantea-mascarilla-20200709195006-ntvo.html. Revilla plantea la mascarilla obligatoria aunque se garantice la distancia social. El 13% de los cántabros confiesa no usar nunca este sistema de protección.

Salgo sobre las 8. 30 h. Cuando voy por la mitad de mi calle, me digo: ¡Andá, la mascarilla!...- como aquel famoso anuncio de los donuts. Menos mal que ya siempre dejo una nueva en el bolso, en el coche, en la bolsa de la playa, en la de la piscina…

21 grados a las 8.43 h. Más calor y, el viento, también antes. ¡Odio el aire acondicionado! En el TUS pretenden criogenizarnos…Me anillo el fular en torno a la garganta y saco mi pañuelo castañero para taparme los oídos.


La niebla “polvosa” ha tapado el sol. A las 9.30 h las nubes casi copan el cielo. Apenas se bañan una decena de personas, pero muchas pasean por la orilla en hileras de hormigas. El sol yo diría que está un poco picón (cuando dicen que anuncia tormenta).

En uno de los accesos han roto el precinto y un señor se cuela para bajar por las escaleras más próximas al recinto de palas.


A las 10 h, no sé si es por la marea alta, me parece que hay bastante gente. Como no tengo costumbre de venir a esta playa, no sé si es lo habitual…


No sé cuántas escuelas de surf puede haber, pero creo que he contado más de media docena de grupos distintos.


Viernes, 10 de julio. 6.30 h. 20´6 grados. Noche tropical

Los sonidos y los ruidos son distintos aquí: excepto los pajarillos, el mar, las voces de los jóvenes que vienen del pueblo y se quedan abajo, hablando en el bar, el tractor que limpia la playa…



Las imágenes, también son diferentes: los 3 faros, con sus luces que se encienden y apagan con diferentes ritmos; el horizonte, la playa, las terrazas de los bares, el aparcamiento…


Hoy la bruma está en Suances y, la luz, hacia San Vicente.

Sábado, 11 de julio


6 y 20 h. Precioso amanecer y los jóvenes dando alaridos por la playa. ¡A su bola…!

Salgo a las 7.15 h en busca de los lavaderos de Rubárcena y Trasvía. 17 grados, sin viento.

En el Paseo Manuel Noriega me encuentro a una habitual de la playa a primera hora de la mañana. Se ha sentado a descansar en un poyo y me dice que “a ver si llega, por lo menos, a ver el mar”…Los tres meses de confinamiento le han mermado mucho…


En el asubiadero junto a la señal de Rubárcena, el cartel “Recuperación de lavadero”. Sin más. ¿Significa que con las piedras del lavadero han construido el asubiadero…? En el mapa de rutas aparece en un camino transversal/perpendicular a la carretera general, pero ¿a qué distancia…? ¿Doscientos metros, dos mil metros…? No costaba tanto hacer una buena señalética…


En mitad de la subida, mis amigos los cuervos madrugadores. Frente a ellos hay un camino de hierba pisado y abandonado. ¿Será el que lleva al lavadero…? ¡Pista falsa! Ando un poco más, y me vuelvo. Ya lo intentaré en coche…


Cruzo en el paso de peatones, junto a El Galeón, hacia el que me dijeron era el antiguo camino de Trasvía a Comillas, antes de la actual carretera. Tampoco pone nada…Ahora es el barrio Sobrellano. 1 kilómetro a 30 con reductores de velocidad (los rompesuspensiones). Voy en busca de la “piedra de ánimas”, donde las mujeres de Trasvía me dijeron que descansaban con el féretro en el camino al cementerio.


El arboreto “El Joyucu”, además de precintado, está hecho un bardal (sin segar y con los bancos ennegrecidos por la humedad).


¿Será esta, bajo un roble…? Tiene toda la pinta…Además, está a mitad de camino, antes de abordar el último repecho…


Llego hasta La Cotera, y me vuelvo. Al entrar en casa, escucho de una terraza a otra: “No he visto a nadie que use una mascarilla 4 horas, y la tire…”.

Domingo, 12 de julio



6.30 h. En mi móvil dan lluvia y temperaturas entre los 16 y los 26 grados. Bufff. A las 10 y 21 es la marea alta.

Sobre las 7 h llueve y cojo el coche para buscar el lavadero de Rubárcena. Pero, al poco,  desisto: la carretera es muy estrecha y no veo ningún cartel.

Decido ir a por el de Trasvía. Fotografío la Fuente Santa (de aguas férricas) junto a la casa de Begoña, cerca del restaurante El Mirador de Trasvía. Tampoco hay un cartel explicativo…Me vuelvo de vacío.


11h. Esto es lo que encuentro en apenas 200 m de la subida hacia el Marqués. Y es de anoche, o del finde, porque las cunetas están recién segadas...




Martes, 14 de julio. Santander


19 grados a las 8 y 10.

Me voy a la podóloga con el petate de la playa. Así, cuando salga (mi cita es a las 8.30 h y no suelo tardar mucho), me voy directa a la playa a por mi baño diario, para no perder tiempo en volver a casa.

Pero, entre pitos y flautas (estudio de la pisada y molde para plantillas nuevas…) se me hacen las 9. 30 h cuando cojo el bus en el Ayuntamiento.

El barco “pirata” sigue en el muelle y, en el cielo, hay nubes: unas, más rasgadas; otras, más compactas. En una farmacia de Puerto Chico, leo: 25 grados (a la sombra). ¡No puede ser…!

Es cierto que hay piedras en la segunda del Sardinero, tirando hacia el Chiqui, pero no sé si saldría más barato quitarlas que rellenar con arena… El agua me parece más fría que en días pasados: he de sacar las manos  (mis dedos es lo más delgado que tengo…) fuera del agua, porque me duelen…


A las 10.30 h., de camino hacia la playa del Camello, cuatro cormoranes descansan sobre una conducción de cemento, tomando el sol.


A las 10.45 h, ya está más que mediado el aparcamiento. El sol calienta pero bien…, aunque a los “palistas” habituales no les importa coger ¡una bonita sudada!...


Los guardianes de la playa están en sus sitios, con su uniforme gris, buscando la sombra más cercana para pasar su jornada laboral.

https://www.eldiariomontanes.es/santander/nuevos-guardianes-playas-20200712194126-ntvo.html. Los nuevos guardianes de las playas. Desde las 10.30 horas hasta las 18.30. Se les reconoce por el polo y la gorra grises. Y 12 informadores dentro de los arenales. Se les reconoce porque visten polo y gorra blancos...


Cojo el bus de vuelta frente a la playa de Peligros. No va nada lleno. Supongo que más tarde irá siendo peor…


Sobre las 11 h, cuando me bajo en Jesús de Monasterio, se nubla…


Jueves, 16 de julio. El Carmen, sin procesiones


Antes de las 6.30 h un montón de jóvenes  -sin mascarilla (es obligatoria desde ayer)-, ya está vociferando en la playa. Y como si nada…

A las 7 h salgo -en coche- hacia Ruiseñada (“el río de la enseñada”), a 2´5 kilómetros de Comillas.

Aparco frente a la iglesia en un aparcamiento con una entrada más estrecha que la puerta del cielo.


Solo se oyen los cuervos y los campanos de las vacas. Huele a heno.

Recorro la iglesia (parroquial de San Adrián) alrededor, por el camino de guijo, entre traviesas de ferrocarril, y de norte a sur.

En tiempos debieron hacerse en el pórtico (con losas de arenisca, sostenido por columnas - según consta en el cartel a la entrada) reuniones vecinales, sentados sobre los bancos de piedra adosados a las paredes.


De finales del siglo XV, con pasadizo de acceso y portada ojival, con capitales tallados y una benditera muy erosionada  (vuelvo atrás tras leerlo: no me había dado cuenta).


A las 7.45 h el sol se cuela entre las nubes. Las cunetas húmedas están plagadas de ortigas y salicaria.


Las garcillas bueyeras revolotean alrededor de las vacas mientras un martillo pilón deja oír su eco.


El Palacio no sé si es un barrio o las ruinas junto a una casa de labranza. Sale una brisa muy agradable…


Viernes, 17 de julio

Hoy salgo casi a las 7.30 h. Anoche no he dormido bien: tuve una pesadilla y estuve un rato con  la luz encendida ( para no volver a soñar lo mismo, que no recuerdo qué era…).

Ha amanecido un día gris lleno de nubes, a pesar del “huevo frito” que daban en la tele…

¡Qué aficionados son los pájaros a posarse en las alas del ángel del cementerio…! Huele a hierba recién secándose y al olor dulzón de las flores del aligustre.


Saco una foto que titulo – en mi pensamiento- “Paisaje con mascarilla”. Pero, ¿tanto cuesta tirarla al lugar adecuado…? Hay una papelera a 50 metros…


Las correhuelas han empezado a trepar por la valla metálica del inmenso jardín particular.

Dentro de Comillas, y fuera del centro, han pintado caminitos para los peatones. ¡Bien…!
Hoy es viernes, día de mercado, y están montando los puestos en la campa del palacio de Sobrellano, ahora llena de furgonetas.


Como se me han olvidado los bastones, hoy cojo carretera arriba, dejando la senda de guijarros y los caminos boscosos para otros días.

De repente, oigo el sonido del agua gorgoteando. La veo un poco más arriba, junto a una hierba de Santiago, despeñándose por una rejilla.


Las moras y los frutos del majuelo empiezan a engordar, y a enrojecer, en algunos casos.
Cuando salgo a cielo abierto, estoy junto a una finca esquinada llena de palmeras y palmitos (ni que estuviéramos en Elche…).


La universidad pontificia luce magnífica tras una casa de labranza que sale de una roca.
Y llego al bosquete de pinos, que era una excursión frecuente cuando mis padres, y sus hijos, éramos “jóvenes”…Como siempre hemos tirado hacia la derecha (la Ruta a Ruiseñada), decido hoy ir hacia la izquierda.


Lo primero que me encuentro es un depósito de agua potable (agua de consumo humano), lleno de artilugios.


La construcción, por lo que veo estos días, no se detiene. En muchos chalés, he visto coches de mantenimiento de jardines, limpiezas generales o pequeñas obras de puesta a punto. Y siempre agapantos, muchos agapantos…

Al bajar, leo el nombre del camino: Paseo del Grañón. A ver dónde llego…

Mientras bajo, veo unas cuantas “casitas de nada”…Enfrente, la colina del asilo. Llego justo por detrás de El Capricho, de Gaudí (como sospechaba), en el barrio de Sobrellano. Salgo, ya en la carretera general, a la carnicería Ramón y el restaurante La Fuente Real (fundado en 1855).


Sábado, 18 de julio

Salgo sobre las 7.15 h, con el sol ya elevado del mar y un viento cálido. Grupos de jóvenes se distribuyen por portales, la estatua del marqués y la pasarela a la playa.

El sol ilumina El Capricho entre los árboles, mientras la brisa agita las hojas de los chopos. Se oye algún campano, un graznido de cuervo y la campana del reloj de  la iglesia indicando la media.


Desde la carretera veo el bosquete de pinos donde estuve ayer. Hoy intentaré otros caminos.


En la subida al palacio de Sobrellano (luego leo que es el Paseo de Mª Luisa Bru) quedan restos (en forma de bolsas de plástico) del mercado de ayer: la campa aparece limpia, pero las cunetas y la finca al otro lado de la carretera…


En el camino (a la izquierda) de guijarros, por detrás del palacio y la capilla, un cartel advierte: “Por este camino NO se va a Sobrellano ni a El Capricho”. Podían haber puesto el símbolo de carretera cortada (la “cerillita”- que decimos en casa…). Dos puertas metálicas cierran el acceso a un sendero de monte y a unas casas.


Luego, cojo a la derecha de la carretera, por detrás de una secuoya? Enorme, un camino de tierra alfombrado de hojas secas.


Lo primero que me encuentro es una roca horadada, una especie de cueva. Tenía que haberme traído la podadera…Ramas flexibles de laurel caen sobre el camino.


Veo una bosta de vaca, ¿camino ganadero…? y la puerta/portada que vi ayer: el camino se une con el que yo vengo. Laureles, helechos…


Salgo de nuevo a la carretera, pero una pista asciende por la colina, en paralelo. Me llevo unas cuantas telarañas. Puaggg. Y llego a una especie de descansadero donde acaba todo. Buscando veo que se puede seguir, bajando, pero no quiero romperme una pierna sola por el monte…Así que vuelvo atrás para salir a la carretera que llega a la finca de las palmeras y palmitos.


Antes de llegar al bosquete de pinos me encuentro con dos “colgados”, uno con una litrona en la mano y el otro con gafas de sol, cogidos por los hombros.

-       Buenos días -les digo.

-       Buenos días, me dicen, arrastrando la voz, mientras se sonríen tontamente.

De ayer a hoy han segado la pradería frente al “pinar”. Hoy cogeré el ramal de la derecha para bajar por la primera bajada que encuentre e irme a bañar al mar. A las 8.30 h el sol calienta bien.


Los maizales ya están a media altura y las hojas del fresno parece que aplauden con la brisa. En una ladera, la vaca con el campano.


Por fin llego a un cruce donde se señala la ruta a San Esteban, pero yo me tiro hacia la derecha, a donde oigo los coches por la carretera general a La Rabia.

Salgo a Rubárcena, pero ni rastro del lavadero. Como no quede en el camino a San Esteban…

Mientras vuelvo, con el sol de cara, por el Paseo de Solatorre, pienso en los versos del Cantar del Cid: “Polvo, sudor y hierro/ el Cid cabalga”…

Domingo, 19 de julio


A las 6.30 h ya hay grupillos de jóvenes intempestivos en la playa. Y  a las 7 h…

Cuando yo voy, sobre las 8 h, a bañarme, de “regalito” han dejado un botellín de agua, una botella de ron…, y una mascarilla usada…Siempre pienso: si son capaces de portar botellas o latas llenas, ¿no lo son de depositarlas, vacías, al menos en una papelera...? (ya no hablo de dejarlas en su contenedor o de llevárselas de vuelta a casa...).

Noticias en la prensa

España necesitaría 8.500 rastreadores (al menos): tiene 3.500. Lo óptimo sería uno por cada 5.000 habitantes (ahora, 1 por cada 12.000).

Ya se han superado los 500 contagios diarios y los 200 hospitalizados, señal de alarma para el Ejecutivo.

Martes 21 de julio. En Aguilar de Campoo

He llegado pronto a Aguilar (9.15 h) y, hasta las 10 h, el bus no recoge a los integrantes del XII Taller Didáctico del Románico (durante diez años, muchos han sido compañeros de excursión…) en el Monasterio, así que ¡voy a ver a mis huertanos en el Paseo del Monasterio…!

Los plátanos del paseo tienen oidio y una segadora (o lo que sea) hace un ruido infernal en la finca enmurada. La temperatura, de momento, es muy agradable, con una ligera brisilla.

La primera visión de la huerta (en realidad, dos), desde un gordolobo, me parece chiquita…Como si se hubiera reducido…


Oh, sí. Ya solo queda una parte; la otra está abandonada…

En la huertita acaldada, una fila de habas, otra de coles; judías verdes, guisantes, patatas, puerros y cebollas, calabacines, lechugas, acelgas, pimientos (a veces, tan solo unas pocas plantas).


En la finca hecha un bardal: amapolas, hierbajos varios, achicoria, avena loca… Y creo que la flor es de cebollas respingadas.


A las 10.15 h, le encargo a Fernando en la charcutería de la plaza, 4 quesos de un kilo, para pasar a recogerlos luego. Hoy es día de mercado en la plaza de España. Hay gente (no sé si tanta como otros días…).


-       Se está bien ahora, ¿verdad…?
-       Ahora, sí- responde la tendera a su clienta. (Aún no pega el calor de mediodía…).

Decido hacer primero el Paseo de las Tenerías, tras cruzar la Puerta del Hospital junto a la colegiata de San Miguel. Aviones/vencejos pían y vuelan sobre el río (Pisuerga) mientras los aspersores refrescan las orillas.

Mi “casa de las lavandas” sigue hermosa: aún no han alcanzado su cénit, pero ya construyen una buena barrera malva que destaca de la piedra.


Poco a poco van saliendo nubecillas, no sé si preparando la tormenta de esta tarde…

Un árbol (¿sauce?) está desgajado en mitad del río: parece una boca abierta de cocodrilo o la cabeza de una serpiente, con su legua bífida…


En el puente de madera, dejo el Paseo del Coto para hacer el Paseo del Loco (al otro lado del río, donde está el monasterio de Santa Clara).

Sobre las 11 h ya empiezo a cojear, así que decido hacer una visita a Mónica en El 37, recoger los quesos, y ya.

En el Paseo de la Cascajera, junto a la Puerta del mismo nombre, la terraza del Nuevo Omega, en sombra,  está a tope. ¡Vaya! El 37 está cerrado… Y yo que venía porque el día de mercado Mónica solía hacer muchos pinchos distintos…


Me voy al de al lado (porque necesito ir al baño) y me tomo un té. Pregunto y el dueño me confirma que está cerrado (problemas familiares…).

Fernando me aclara que ambos huertanos están bien, pero que los meses de confinamiento han hecho mella…Además de los quesos, me llevo un kilo de cerezas locales (pequeñas pero dulcísimas) y un par de tomates de un color que no he visto antes, para probar.

En la calle del Puente, veo una nueva clínica dental (que no recuerdo del año pasado), y un salón de peluquería con solárium vertical. En deportes Artiza, con un corazón en el escaparate, agradecen la vuelta de los clientes (tras el confinamiento).


A las 12.15 h ya estoy en camino, de vuelta; he decidido llegarme a Valderredible, mi valle favorito, en el sur de Cantabria. La vegetación está lujuriosa; todo salvaje: hierba de Santiago, brezo…Y las pacas redondas de hierba, que me encantan.

En Polientes, donde estuve hace años trabajando como monitora, siguen los dos supermercados, la panadería, la tienda de golosinas, La Olma y el Demetrio…La posada El cuartelillo viejo yo creo que es nueva, lo mismo que el bar La parra.

A las 13.30 h voy a comer el menú al restaurante La Olma: ensalada campera  (piriñaca con patata) y ternera en su jugo. Yo lo recordaba más rústico (ahora, las sillas son de plástico, aunque continúan las mesas de madera sólida).


Dos hombres se sientan a comer:

-       La ensalada campera…, no llevará espárragos y cosas de esas, ¿no…?.
De segundo, ambos piden lechazo, sin dudar.

La ensalada campera está muy buena: con aceite fuerte, lleva -además de patata cocida- mucho atún, tomate, zanahoria rallada, “palitos de mar” y aceitunas verdes y  negras.

En 15 minutos se han llenado las 8 mesas. A unos que venían sin reserva les han sentado en una mesa reservada para las 15 h (ahora son las 13.45 h).

Con el calor que hace, unos han pedido alubias. ¡Bufff!. Una pareja, con una niña pequeña sentada en la trona, que chilla como un hámster, debe ser sorda. El vocerío es indescriptible. Esto es un pandemoniun…

Apuro la carne asada, un poco dura, aunque las patas fritas de sartén, están de vicio. La buena fama de las patatas de Valderredible, supongo…

El pudin, que me recomienda la chica, me lo como en un santiamén para escapar, cuanto antes, de ese griterío. A las 14. 15 h  ya estoy en el aparcamiento.

Decido volver por la otra salida/entrada a Valderredible: por Ruerrero y el puerto de los Carrales. La carretera de montaña es una sinfonía de morados  (los de los brezales) y está aún más comida por la vegetación que la anterior (los peones camineros tienen mucho trabajo…). Helechos, “sombrillas”, salgueras…, han colonizado el asfalto, naturalizándolo.


Un poco antes de Cabañas de Virtus, las nubes empiezan a amenazar por el horizonte. Pero los parapentes sobrevuelan el pantano, ajenos a Mordor.


En lo alto del puerto de El escudo, junto al cartel promocional de Cantabria Infinita, un grafiti añade “Infinitos plumeros”. Que quede claro…

Ya en Ontaneda (25 grados a las 16 horas), me recuerdo a mí misma que prefiero subir El escudo, a bajarlo. Por si hay otra vez…

Miércoles, 22 de julio. En Comillas

Salgo a las 7 y 20. Bruma y bochorno. Huele a hoja húmeda y a arizónicas de cierre.

El paseo a La Rabia, a la izquierda de la carretera, flanqueado por plátanos, ha sido de las mejores cosas que pudieran hacer (aunque hay que ir pendiente del enlosado porque las raíces lo han elevado por tramos…). Menos mal que advierten del “firme irregular” (pero los carteles son de vuelta del paseo, no de ida…).


Rioturbio, 2´5 kilómetros. Ruta De mar a montaña, leo.

La primera finca a la derecha (Gerra Molino) la vimos en un curso de jardines, y es impresionante.


De frente, otras dos fincas particulares (con seguridad y alarma, y hasta perro…).

La carretera sube entre un túnel de vegetación: musgos, helechos, laureles, avellanos…


En una curva del camino, entre los pinos, la ría.


Subo, hasta que me canso (una cabaña con unas cabritas). Mañana, vendré en coche…Mientras descanso antes de bajar, un chaval en patinete eléctrico, me sobrepasa con su casco mientras hace vídeo con el palito…Cosas veredes…

Jueves, 23 de julio

Hoy, cojo el coche para intentar localizar el lavadero de Rubárcena en la carretera a San Esteban.


Tras dejar atrás el puentecillo que lleva a Rioturbio (una garza real se alza de entre la marisma), cojo la carretera a San Esteban; pero tras pasar unos maizales más altos que yo, comienzan unos baches que se pueden tragar el coche, y decido volverme. Huele a marisma y a pis de vaca y a heno asilado.


Decido entonces terminar el paseo hasta la bolera, que dejé incompleto el otro día. Pensaba dejar el coche en el aparcamiento junto al restaurante de las patatas paja, tan añoradas, pero no sabía que fuera privado (una banda y un cartel lo advierten). Lo dejo fuera, mientras voy andando los 200 metros que me faltaban. En el remanso, una docena de patitos deja una estela mientras nadan en formación.


Viernes, 24 de julio


22 grados a las 6.30 h. Unas chicas fotografiándose en la orilla y gritando. Luego, música de bachata, alta…

Salgo sobre las 7 y 20 h. El cielo está amenazante (ha llovido esta noche), así que decido hacer el camino entre los dos puentes (el de la Rabia y el del Capitán) por tramos, e ir, con el coche, de uno a otro aparcamiento.


El ambiente ahora es cálido, y la luz en la marisma, maravillosa. Sobre la marcha, cambio los planes: no quiero que me cambie la luz…Dejo el coche tras el puente de la Rabia, en el primer aparcamiento, y voy costeando hasta la “casa de las calabazas”, y más allá, hasta el puente del Capitán, antes de coger la carretera de Oyambre.


Entre tanta belleza, lo único que discordaba eran las papeleras a rebosar…


Sábado, 25 de julio. Santiago

A las 2 de la mañana, gente sentada en la heladería, charlando…

A las 4 h, el tractor limpiando la playa…

A las 6. 30 h, vociferando los que han pasado la noche en vela…

Salgo a las 7.15 h…y se me olvida la mascarilla. Voy a dejar una permanente en los bolsillos del chaleco…A volver otra vez…

Va a hacer un día “de vitigudino”: un calorrrr (aunque ya ha salido el nordeste).

Doy la vuelta al camping, que está dormido a estas horas, por la calle Antonio López (hay muchas caravanas, o me lo parece a mí…, y la gente está bastante separada).


Luego, cojo el antiguo “Camino de Rovacías”, ahora calle Doctor José Ortiz de la Torre. Han pintado un camino de peatones en la subida/bajada. Por la carretera general pasan dos beodos, arrastrando sus voces, con esa música machacona (para mí, insufrible...¿Por qué me obligar a oír su música...? ¿Acaso yo les obligo a oír la mía...?).


A la derecha del jardín, en la curva, una de mis casas favoritas, construida en diferentes alturas, aprovechando los desniveles del terreno.


Entro en el jardín, plantado por la escuela-taller. Una farola solar destaca sobre la hierba recién segada. ¿Por qué ponen plantas pinchudas junto a un camino para que se nos metan en los ojos…? ¿Acaso piensan que no crecen…?


El “arrocillo” resbala que te matas: menos mal que llevo los dos bastones…Entre las plantas silvestres: equisetos, correhuelas, centáureas, hierba de Santiago, salicaria…Entre las plantadas: pinos, palmitos, arces, fresnos, araucarias…

El camino baja serpenteando la colina, en Z, como nos enseñaron a subir/bajar cuando hacíamos montañismo. Bajo la pérgola, un estanque.  Y, al final del camino, ya cerca del puente, unos eucaliptos impresionantes.


Si quieres hacer el camino de subida desde el puente, puedes optar por el camino de guijo a la izquierda (siempre pensé que era una pista para todoterrenos que bajaran de Rovacías) o por el de hierba, a la derecha, que se transforma en “cementado” a los pocos metros y, de nuevo, en camino herbáceo.


La hierba de los pordioseros ya está en flor. También veo milamores, llantén, hierba de campanario  y ortigas. Hacia la mitad del sendero se ha abierto una grieta de unos 30 centímetros, un argayo porque la ladera se desliza.

Una bandada de alegres jilgueros cruza de un laurel a otro. Ya casi al final, huele a hierba recién segada (uno de mis olores favoritos).

Vuelvo por el mismo camino: me merezco un buen baño…Llegando a la fonda La Colasa, me llega un olor a quemado: concretamente, a papel quemado. Espero que no haya un incendio por ahí…Todo el pueblo huele a quemado y se oye la sirena de una ambulancia. Espero que no sea nada grave…

Domingo, 26 de julio

Hoy no tengo mucho tiempo y salgo un poco al albur, a donde me lleven mis pies…


7.30 h. y ya 21 grados. Anoche me acosté a las 2 de la mañana, porque los vecinos, que se han puesto ventanas de tres cristales para no oír a los clientes de las terrazas de los bares de abajo, se pusieron de tertulia en su terraza…

El pescador  que se mueve por la orilla ya está y hay un paseante junto al faro del puerto.

Hoy no hay rocío (o condensación)  sobre los coches. Mirlos, gaviotas, palomas y urracas son los pájaros que más se ven. Junto a las ¿golondrinas…? de los cables de la luz.


Voy hacia el Joseín y luego hacia el puerto por arriba. En una hora, encuentro 3 mascarillas abandonadas…


Lunes, 27 de julio. En Santander

Para hoy -según mi móvil- dan despejado con intervalos nubosos y una temperatura entre 19 y 24 grados (los 24 ya los tengo yo dentro de casa a pesar de haber dejado todo abierto por la noche…).


19 grados a las 6.30 h.

21 a las 8 y 12  cuando voy a coger el autobús para darme mi baño diario en la Segunda del Sardinero.

En la parada del bus, tres mujeres latinas comparten información sobre ayudas, trabajo, la parada más cercana… "Trabajar y trabajar: eso es lo que nos toca a todas…”.

En la pantalla junto a El Cormorán, informan: Segunda del Sardinero. Grado de ocupación: 2 % [sobre las 8.30 h. Marea alta].


Hoy me toca salvar la banda de arena. Hasta que me cubre, me parece que tengo que andar kilómetros…


Una hora más tarde, cojo el bus de vuelta frente a Sepúlveda (la estatua del cantante, bajo una pérgola). Aquí pega el sol, pero luego el camino se sumerge en las sombras.


Me echo hacia atrás en el banco – para apoyarme sobre el cristal caliente- y, con los pies colgando, tomando un baño de sol, estoy en la gloria mientras viene el autobús…

Martes 28 de julio


Amanece oscuro, pero hay 21 grados a las 6.30 h. Cuando subo las escaleras mecánicas hacia General Dávila para ir a la piscina de los Salesianos, a las 8.30 h, hay 22 (para mí, calor). Es el primer día que voy.

Aunque abren a las 9 h, el que me tiene que cobrar el ticket está haciendo una ronda por las instalaciones (según me dice con cachaza un ¿monitor? que zascandilea por la zona sin hacer nada). Llega a las 9.15 h y, cuando me quejo, se disculpa (algo había fallado y dice que me podía haber atendido el “zascandileador”...).

Voy a la clase de Aquagym de las 9 h y luego nado unos largos, paso por los chorros del spa y ando por el pediluvium. Cuando salgo, el chico me ofrece un pase gratuito para otro día (“Que te has perdido media clase de aquagym”…). Me parece un buen gesto…

Cuando salgo, está lloviendo -como anunciaban. Me dejo caer por la primera calle que desciende.

Miércoles, 29 de julio


7 h. Nublado. Humedad: 88 %.19 grados. Pero dan hasta 23. Luego, estará “parcialmente nublado”, pasando por “mayormente nublado”…

Esperando que haya un poco el sol, salgo a las 8.30 h a coger el bus a la Segunda del Sardi, para mi baño diario. 22 grados a las 8.36 h. Bufff.

Antes de entrar en la playa, descubro el monumento “A los que hablan en voz baja”. ¡Qué maravillosa dedicatoria…”. Los árboles “sisean” con el viento entre las hojas.


El viento es norte y solo hay un 1 % de ocupación. Al menos, no tendré que pasar la banda de arena: el mar hoy está detrás…


En la orilla, lo que parecen hierbas o algas delgaditas en montones, mezcladas con basura humana: plásticos, envases, tapones…, y una mascarilla, ¡cómo no!, testigo de los tiempos…


Luego, me voy andando hasta la primera playa y sigo andando, por arriba, hasta el monumento a Sepúlveda en Reina Victoria. Hoy canta una canción triste, acorde con estos cielos grises...


Jueves, 30 de julio. Primera ola de calor del verano



19 grados a las 5.30 h…y llegaremos a los 32 sobre las 17 h (según mi móvil)…A mí hoy la calle no me ve el pelo…


Salgo a las 8.15 h, con el sol ya “salido”. 21 grados a las 8 y 25 h.

El bus lleva el aire acondicionado que nos quiere criogenizar…Me pongo la chaqueta del revés y me doy tres vueltas a la garganta con el fular. También me tapo los oídos con mi pañuelo, estilo “castañera”. Con las arenillas, las sandalias de agua me han hecho rozadura en los dedos y me escuecen un poco.


La marea hoy está bajísima. Entrando a la playa (la Segunda del Sardi), descubro el busto del poeta  José Luis Hidalgo (No lo había visto antes…). Estamos al 2 % de capacidad, pero toda la gente está concentrada en el paseo por la orilla.


Tras el baño

Subo por la primera playa. Quiero ver la plaza de Italia, con una parte ya reformada y otra por terminar.



Lavandas?, hierba ¿de la que se desenrolla…?, bancos de madera - que van a durar un telediario- tamarindos y losetas. Muy bonito para la inauguración, pero para un mantenimiento sostenido…Muchas de las plantas -incluidos tamarindos- ya se han secado.
En un camión, distingo geranios y romeros para poner en los cuadros, que ahora solo contienen tierra y “malas hierbas”. Demasiado pavimento -me parece a mí.

Hoy ya no saldré más…https://www.eldiariomontanes.es/cantabria/calor-hara-subir-20200730182225-ntvo.html. El día en Cantabria: Playas llenas y superados los 40 grados en el interior.

Al final, no hubo galerna...



Viernes, 31 de julio

23 grados a las 8.40 h. Para mí, calor. El cielo está encapotado, pero voy a darme mi baño diario. El agua, un poco más fría que ayer; pero te deja la cabeza fresca y despejada.