lunes, 12 de agosto de 2019

SOCABARGA (2). EN LA FINCA LA ESTRELLA UN 9 DE AGOSTO

“Si uno observa con atención, y está el tiempo suficiente, descubre un montón de historias”...

En mi caso,  dos horas sentada sobre una paca de heno bajo un castaño, han dado para mucho.

Como no puedo andar demasiado, Ana me ha buscado  un rincón mágico en su finca La Estrella para esperar a los niños que Susana (Nansa Natural. www.nansanatural.es) traerá tras darles una vuelta –llena de sensaciones- por el terreno.

Sobre las 10 h, en las faldas de Peña Cabarga, con una ligera brisa y el cielo cubierto, sin sol, solo se oyen una desbrozadora, el piar de los pájaros y algún mugido. La niebla, o las nubes bajas, van descendiendo poco a poco por las laderas de la sierra.



A las 10. 30 h estoy en mi “hide”. Enfrente, a unos 200 metros, un grupo de vacas rubias está junto a sus terneros con algunas garcillas bueyeras campando entre ellos. Ana me ha dicho que uno de los terneros, de 4 días, se ha puesto malo con el calor de ayer. Igual no mamó lo suficiente y se ha deshidratado (los terneros maman al menos 7 meses).


Parejas de mariposas y aviones hacen filigranas ante mí. Sobre la paca de heno, huele a humedad y a hierba recién cortada. Los cuervos graznan y las vacas mugen en la cabaña mientras se oyen algunos campanos.

“Hay tantos tipos de vacas como de personas… son seres individuales…”- leo en el prólogo de Rosamund Young (La vida secreta de las vacas). Y, como las personas, pueden ser “inteligentes o duras de mollera”, amables o agresivas, sosas u orgullosas, ingeniosas o tímidas. Rosamund cuenta que sus padres se establecieron como ganaderos por cuenta propia en 1953, con 5 vacas. Ella tenía entonces 12 años. Poco a poco, fueron reuniendo un rebaño de vacas ayrshire [escocesa] con pedigrí y cerdos wessex saddleback… En 1974, dejan de ordeñar las vacas con fines comerciales y les permiten criar sus propios terneros.


A las 11 h se han tumbado casi todas las vacas y terneros (solo quedan dos en pie) y solo una garcilla picotea entre ellos. La brisa hace que las hojas de castaño suenen rumorosas.

Sobre las 11 y 10, oigo una algarabía de voces infantiles a mi izquierda. 56 niñ@ s entre 4 y 11 años, que vienen de un campamento  urbano  de verano, es difícil que puedan estar callados nada más bajar del autobús.

Yo, a ratos, sigo leyendo el libro de Rosamund: … "Einstein dijo que lo único realmente valioso es la intuición… Los animales buscan las plantas que sienten que necesitan. Los bóvidos acuden regularmente a buscar zarzamoras en otoño y hojas y brotes de espino blanco joven en primavera, y comen hojas de fresno y de sauce siempre que tienen ocasión…”.

Poco a poco, va despejando. El viento empuja las nubes, que se abren y trocean.


Bajo de nuevo la cabeza al libro: “Algunos buscan tomillo y acedera silvestre mientras que otros, en determinados momentos del año -que suelen depender de su fase de gestación-, comen grandes cantidades de ortigas (¿por el nitrógeno…?). Las ovejas comen cardos y hojas de vinagrera por propia voluntad”.

Acaba de venir a visitarme un pájaro, que se ha posado a 2 metros de mí. Ha sido tan rápido que no he podido ver ni lo que era. También ha venido un avispón, que me ha hecho levantarme de la paca a toda flecha. Y varias moscas zumbonas.

He calzado la paca con una piedra porque estaba un poco desnivelada. Leo  que en una paca (inglesa) de heno de 4 kilos puede haber 17 láminas de heno. No sé si en las pacas españolas sucede igual…

Una mariposa blanca revolotea entre los tréboles blancos. Las vacas, a la luz del resol, parecen doradas. En la nave, sigue mugiendo una vaca desaforadamente. ¿Estará pidiendo que la ordeñen…?

A las 12.15 h, dos de las vacas se levantan para pacer. La garcilla bueyera sigue paseándose y picoteando. Parece que el ejemplo ha cundido y, ¿por contagio?, se levantan otras dos. Una desciende por la colina hacia una especie de vaguada, con higueras y otros árboles que dan sombra. El sol empieza a ser más permanente; quizá busquen un toldo… Como si se hubieran puesto de acuerdo, una tras otra, van bajando hacia el socavón. La garcilla les acompaña como si fuera su mascota. Ahora están más cerca de mí. No sé si vienen a “la hora del cuento…”.



La garcilla vuelve al descansadero en busca de comida, que comparte con una pareja de cuervos. Pronto acude una bandada, que la espanta.

Sigo leyendo La vida secreta de las vacas (ya voy casi medio libro): “Los programas de cría han priorizado… al ritmo de crecimiento y el tamaño que, a menudo, los esqueletos de las aves criadas de forma intensiva ni siquiera pueden sostener su propio peso. El resultado es una mayor incidencia de huesos rotos. En el caso de las vacas, demasiado pesadas para ponerse en pie, pasan sus vidas encima de estiércol empapado de amoniaco, que les quema las patas y los jarretes…”. ¡Terrible!

Ahora, que los tengo cerca, puedo contarlos. Son, en total, 11 vacas y 4 terneros. ¡No! 12 vacas y 5 terneros. Una acaba de aparecer, con su retoño, por el lado contrario de la vaguada. Debe de ser el que tiene 5 días: es muy chiquitín, el más pequeño de todos.


A mi espalda, por mi derecha, empiezo a oír las voces de los niños. Permanezco inmóvil hasta que me rodean. Entonces, me vuelvo lentamente y les pregunto: ¿Venís a la hora del cuento…?


Cuando regresamos hacia la casa, Ana nos indica una vaca que acaba de parir en el campo: su hijo sí es el más pequeño de todos…


MÁS SOBRE PASEOS EN LA NATURALEZA







No hay comentarios:

Publicar un comentario