viernes, 28 de septiembre de 2018

MI CAMINO DE SANTIAGO DEL NORTE 2018: VILLALBA-ARZÚA. Notas de viaje

(Dedicado a mi tío Carlos y a Marisol, la madre de Alce)

Me lo estuve pensando, pero, al final, sí: en vez de volver a Mondoñedo y su estación fantasma, con noche en Ribadeo de nuevo, decidí empezar en Villalba, a unos 35 km. Ya haría el “gap” en otro momento…

En mi tienda de deportes, me dijeron que era bueno llevarse unos calcetines nuevos, sin estrenar, para cuando los pies estén muy cansados. Así que, este año, llevo dos pares. Los antiguos ya tenían más de 5 años, y todo ha evolucionado muchísimo: estos son más finos, más altos, y creo que no me aprietan tanto mis pantorrillas campesinas…

En marzo fui al traumatólogo porque desde hacía un mes -cuando practicaba estiramientos en la piscina- me daba un pinchazo en el talón derecho, pero por un lado, el externo. Además, al levantarme, empezaba a cojear como cuando tuve la fascitis en el pie izquierdo. Me dijo que tenía una tendinitis “aquílea”, esto es, en el tendón de Aquiles. Parece que me han echado mal de ojo. ¿Esto ya va a ser siempre así…? ¿Me curo de una lesión, del andar, y al tiempo, me sale otra…? (unos cuantos Celestones me ponen en órbita…durante un mes. Luego,  en agosto, una resonancia dice que tengo una “rotura completa crónica del ligamento peroneo-astragalino anterior”, y otras cosas crónicas…, además de la fascitis. Pero pienso ir).

Como me ha quedado el “listening” de portugués para septiembre, este año empezaré también la segunda quincena, tras las fiestas de la virgen.

De Vilalba, en Lugo, a Arzúa, donde se juntan todos los caminos, en Coruña, hay 79 kilómetros, por carretera…A la marcha que fui el año pasado (7 km/día),  tardaría unos once/doce días. No creo que dure tantas jornadas. Veremos…


Este año tengo que hacer encaje de bolillos y mirar por internet todas las posibilidades de alojamiento, y taxis, en previsión de que no pueda andar más en un determinado momento...

Lunes, 17 de septiembre

Como el martes 25 tengo que matricularme en la Escuela Oficial de Idiomas, esto ha marcado este año mi vuelta sí o sí. Así que, en vez de salir un martes, como el año pasado, cojo el bus  a Villalba el lunes a las 12.45 h en Torrelavega. Llegaré sobre las 19.30 h de la tarde. Bufff. Menos mal que ya me sé el truco de bajarme en Oviedo mientras va y vuelve a Gijón…Y he reservado en el hostal Terra Chá, en Villalba.

En el autobús

El bus llega a la estación de San Vicente de la Barquera solo diez minutos tarde. Pensando que viene de Irún...

El conductor lleva fortísimo el aire acondicionado y se me ponen los pelos de punta. No me decido a quitarme nada. La gente va en bracitos. Deben tener sangre de horchata...

Los prados están segaditos (la siega de otoño, la otoñada) y los plumeros han colonizado los laterales de la autovía hasta bien adentro. Ya han dejado limpias las cunetas con las máquinas esas que arrasan con todo.

Reconozco Colombres. A la derecha, la costa y la vía del tren hacia Llanes, en Buelna. Me maravilla cada vez que la veo, sin cansarme nunca.

Hace un día magnífico, aunque hay bruma en el horizonte.

En Llanes, un paisano le dice al conductor, harto de no poderse tomar un vino en las breves paradas: "Yo, a las seis, tengo que estar en Santiago". No sé cómo porque yo tengo la llegada a Villalba a las 19. 30 h...Como no vuele...

Me desato las botas -sin quitármelas- para tener los tobillos más libres y me aceporro un poco. Esta noche, no sé si por la "fiebre del viaje", o porque me acosté tarde y me desvelé, he dormido mal.

25 grados centígrados a las 14.32 h. 28 poco después. ¡Bufff! A las 15. 25 h estamos en Oviedo. Les digo en inglés a unos extranjeros que van a Avilés que pueden bajarse "and going for a walk"; no sé si me entienden. Yo, me voy a los aseos, donde ya me sé que hay que coger el papel a la entrada. Luego,  salgo a estirar las piernas, por la sombra, alrededor de la estación. Voy al Corte Inglés. Creo que el año pasado hice lo mismo: está cerca y hace fresquito... Subo por las escaleras mecánicas hasta la última planta, como hacíamos de pequeños cuando íbamos a Madrid, y bajo por una rampita. La cosa es andar un poco. A la hora de salir, me pierdo, como siempre.


Salimos de Oviedo con el cielo "enmarañado". 26 grados a las 16.40 h. Empieza a oler a pis que apesta. No sé si se habrán dejado abierta la puerta del baño...

En el autobús es como estar en el Polo: voy con el forro polar echado por encima y me he puesto el pañuelo en la cabeza al modo "castañera" para taparme los oídos. La de delante también se ha subido la capucha de su sudadera. Vamos a llegar a Santiago momificados...

El conductor creo que es el del "tandem" del año pasado. Va a toda flecha y se transforma por momentos en el chófer  asesino de la peli de Spielberg (El diablo sobre ruedas). https://www.youtube.com/watch?v=5MtAMc4i8OA.


Tras Luarca, entramos en la niebla, the mist. 20º, 19º, 18º...Las nieblas de El bosque animado que hacen a Galicia mágica.



Vuelve a despejar media hora antes de llegar a Villalba (en Lourenzá). Dejamos atrás la salida a Mondoñedo, el lugar con una estación "fantasma", y el cementerio neogótico de Goiriz. Vuelvan a subir las temperaturas: de 17 º a 24 grados.

El cristal frontal del autobús está hecho un asco: con un montón de insectos despanzurrados. Yo tengo una teoría: los mosquitos vuelan a menos de 90 kilómetros por hora porque yo no mato a ninguno, y mi hermana, cuando coge mi coche, hace una escabechina...

En Villalba

En mi guía de 2010 dice de Villalba que es “la última gran ciudad del Camino de la Costa antes de llegar a Santiago”.

Al salir de la estación, pregunto dónde está el hostal Terra Chá (Tierra Llana; así llaman a esta zona de Lugo). Cojo la rúa da Pravia, la calle principal, y unos vecinos me indican que la calle de mi pensión, Rúa Dr. Domingo Goas, está al volver la cabina de teléfonos junto al cartel del museo de Prehistoria.


Tras registrarme (María, risueña y amable, me atiende con diligencia. La habitación doble con baño cuesta 31 euros que pago tirando de tarjeta), salgo a dar una vuelta antes de cenar. En la calle principal, hay varias pensiones, pero decido que la mía está en el lugar más silencioso y recogido. Localizo la flecha amarilla para el día siguiente (entre confecciones Julio y la juguetería Caprichos) y me siento a contemplar el final de la tarde en la plaza frente a un colegio.


Al principio, me parece una plaza desordenada, con mucho cemento y demasiadas cosas, pero, al verla funcionar (es una plaza intergeneracional donde cada grupo de edad tiene su sitio y todos conviven en armonía: la infancia, en el centro, con sus balones y bicicletas; los adultos, en las cafeterías, y los mayores, separados por sexos, en los bancos y poyos alrededor) me conquista del todo. Y más, con este atardecer de sur…

He localizado la parada de taxis, frente al hotel Venezuela, en la plaza de Suso Gayoso, y la torre del castillo de Andrade, hoy parador de turismo. Ahora, ¡a cenar!


En el hostal, pregunto por algo caliente y me decido por un guiso de patatas con carne (6´60 euros, con una caña). En La Voz de Galicia, edición de Lugo, leo que “un peregrino provoca un incendio forestal en el cabo Fisterra al quemar su ropa al final del Camino…”. También la noticia de que, en Pontevedra, buscan la judía perfecta, sin “hilos”. En la tele, hablan de la cantidad de aforados en España. Por contra, en Inglaterra y Alemania, ni uno…

Duermo estupendamente: el colchón, duro; las sábanas, fresquitas, y ningún ruido.

Martes, 18 de septiembre. Primer día de mi andar

DÍA 1. “El gozoso y fresco sentimiento del camino” (W. Whitman).

A la habitual preparación minuciosa “de torero”, añado este año el flogoprofén en el talón de la fascitis. Espero que no interactúe con el vicks vaporub…

Desayuno por 2´10 euros un cruasán recién horneado y un café. A las 7.30 h hay un montón de hombres silenciosos desayunando en la cafetería del hostal.

Salgo a la calle y…llueve. No me lo puedo creer. Pero si para hoy no daban lluvia… Vuelvo a meterme para poner el protector a la mochila y yo, el chubasquero. “Es orvallo” -me dice Angelines, la dueña del hostal. “Está orvallando”. Ya, pero moja…



Con la primera flecha, al fondo de la calle, se ve una iglesia, a donde se llega por una zona peatonal. Es la “Porta de Cima”, “secular entrada vilega do Camino Norte”- leo en uno de los postes/jardinera de la calle, que contienen frases o versos de diferentes autores: “Romeiriño, así non parles, ten paciencia e vai andando…” (X. Mª Chao Ledo), Carmiña Prieto Rouco, “cantora da Terra Chá”, con placa en la casa donde nació y vivió, también aporta sus palabras.



Así llego a la iglesia de Santa María donde enciendo como diez velas, por los vivos y por los muertos. Cuando salgo, me adelantan un grupo de guiris y otro de españoles. No me importa nada. Compro en el mercado, cuyos puestos están instalando ahora, un par de mandarinas para el día. En las torres de la iglesia, palomas y el grito estridente de los estorninos vigilantes.

Me adelantan dos peregrinos en bici y una pareja con un carrito para llevar las mochilas. Coincidimos en el hostal por la noche. Son de Barcelona  y les hago una foto ante el primer monolito del día, el kilómetro 119.



Rúa do Sol, Rúa da Pedra…Voy tan despacio  que a las 9 aún estoy saliendo de Villalba. Leo todos los pasquines que me encuentro por la calle, como Cervantes.

En el camino de tierra veo las rayas paralelas de las ruedas del carrito: voy bien. Un kilómetro después, salimos a la carretera y cruzo un río: es el ponte dos Pasos, inicio de un parquecillo y una serie de rutas que apenas se aprecian en el panel de entrada. Ya me duelen los pies: al menos, que culmine los 10.000 pasos (7/8 kilómetros) que recomiendan al día para estar “fit” (en forma).

En el monolito 117´942 km pongo piedrecitas por todos: Arturo, el tío Carlos y Marisol. En los huertos, calabacines/calabazas, coles respingadas (¿o serán grelos?) y maíz.

Kilómetro 117´489 a las 10 h. En una hora, ¡dos kilómetros…! Voy andando por la cuneta de la carretera, alfombrada de agujas de pino. ¡Qué alivio! Cada vez que hay un tramo arenoso o de tierra, reconozco las huellas del carrito.

Paso el puente Rodríguez, cuya rehabilitación fue acometida en 2002 por la Escola Obradoiro do Camiño de Santiago. Es el  puente sobre el río Trimaz de mi Guía. Conserva una parte del Camino Real, de lajas. Alisos en el río y abedules fuera.


En el kilómetro 116´741 hay un cruceiro y un hórreo tan impolutos que parecen un parque temático. Un paisano que está barriendo las primeras hojas del otoño, me dice: “Buen día para caminar. Para las 3 ya estará en Baamonde…”. ¡Qué más quisiera…! Si supiera la ratio de kilómetros a la que voy…Acaban de segar esta “corredoira” y huele delicioso a hierba recién cortada. Han desbrozado esta parte del Camino … y empiezan las moscas cojoneras…

No sé cada cuánto ponen un monolito, si siguen un criterio…Voy a comprobar: km 116´ 018, km 115´999...

A las 11 h estoy en el kilómetro 116: solo un kilómetro desde las 10 h. Voy ralentizándome. Dentro de poco, andaré casi parada…Creo que hoy solo llegaré hasta Alba, otros 3 kilómetros hasta el 113, a las 13 horas. El Camino se me convierte en una nube espesa de cifras y números.

Está lloviendo, pero voy entre un bosque de castaños y las gotas no me alcanzan. Oigo el golpeteo en las hojas. Aún no he tenido que repintar ninguna flecha; el Camino está bien indicado. Pero ya he cortado varias bardas con mi podadera…

Kilómetro 115´782; una rana muerta y despatarrada junto a un riachuelo, ¿se habrá envenenado…?


Este año voy tan perjudicada que alcanzar cada nuevo monolito, solo unos pocos metros, me anima.

Dos paisanas, una con una camiseta que dice en inglés “Soy de Goiriz”, me aclaran que lo que yo creo coles respingadas son berzas. Me encantan los cierres con lajas puestas de pie.


Km 115´550. Ya queda menos…

Me encuentro con un tejado de hierba natural (musgo y los restos de la flor del ombligo de Venus).

Km 115´509.

A las 11.40 h me siento a comerme una mandarina sobre unas lastras del camino y a embadurnarme el talón de flogoprofén. También cambio la plantilla nueva por la antigua, a ver si me hace algo…


Km 115´323. No hay patrón: 40 m, 200 m…

Km 115´275. Espero no encontrarme con nidos de avispas asiáticas…

Km 115´215. Creo que se pasan un poco con los hitos…

Nunca me había costado tanto acabar un kilómetro…En el km 115´114 a las 12 h. En 3 horas, 4 kilómetros, a poco más de 1 kilómetro por hora…

Hablo un rato con Boris, un investigador checo sobre cambio climático (la relación entre la atmósfera, los bosques y el suelo; el CO2 y la agricultura ecológica -le entiendo). Empezó el Camino en Irún el 25 de agosto (¿) y anda fastidiado de una rodilla. Le presto mi pomada y se echa un poquito, muy discreto.

Ha estudiado español, ¡por internet!, sin ir a clases ni nada, pero se apaña bastante bien. En el km 114´045 cruzamos sobre la autovía; le digo que vaya a su paso, que yo ando muy despacio. En el quitamiedos del puente, alguien anuncia su blog, “Mis caminos a Covadonga” (ww.miscaminosacovadonga.es). Mientras Boris me saluda desde el otro lado, un paisano me riñe: “Pero hombre, ¿cómo va sola…?”. Me da ganas de contestarle: “Pues como usted… y nadie le dice nada…”.  

Km 113´902. Ya debería estar cerca de Alba según mi guía…

Km 113´424. Cementerio de Alba y fin por hoy. No puedo más. 5 horas para hacer 6 kilómetros…Y por la carretera, la señal dice que solo hay 4 a Villalba…


Llamo a un taxi de Villalba que llevaba apuntado y viene el marido de una pareja de taxistas de la villa. Visto lo visto, mañana solo podré llegar hasta Santa Leocadia – desde Baamonde, 7´8 kilómetros. La capela de San Alberto me parece andar demasiado poco: solo está a 3´4 kilómetros.

Me cobran 15´30 euros. Le digo que, para hacer más rápido cobre 16, y en cambio, me cobra 15. Ando el último kilómetro (el séptimo de mis 10.000 pasos diarios) por un mullido camino de hierba paralelo a la carretera. Huele a tierra caliente. Mmmmm.

Cruzo de nuevo la autovía por un túnel y ¡menos mal!, veo una señal oficial. Este kilómetro es eterno…Ya pensaba que estaba perdida.


Km 101´518.

Km 101´042. He llegado a un tanatorio, pero no sé dónde estoy… ¡Gracias a Dios!: es Baamonde. Mientras me acerco al albergue, una señora me entrega una tarjeta de un taxi. Parece providencial…


Dejo las cosas en el albergue y me voy a comer. Me tomo una ensalada “Camino”, una caña y un café en el “Km 101”, el Gourmet corner, junto al albergue, en la carretera general. No me apetece andar y son casi las 3. Me cuesta 7´60 euros y puedo pagar con tarjeta. Todo son detalles: una tapita (una gamba enfundada, una empanadilla de pollo al curry…, antes de comer) o un bomboncito helado con el café. Llevan abiertos hace un año y las hamburguesas que preparan no son congeladas (“hay que hacerlas”). Cocinan con amor.


Mientras como, leo en El Progreso, de Lugo: [En Galicia] “el 80 % de los universitarios logra trabajo tres años después de graduarse”…

A las 5 de la tarde, en siesta, hay un roncador tremendo. ¡Horror! Creo que es el que está conmigo…El albergue consta de dos pisos: arriba, subiendo dos tramos de escaleras, literas corridas en una gran habitación con suelo de madera. Abajo, habitaciones, de 4, 5 o 6 plazas. Yo me he quedado abajo, junto al baño de minusválidos.


Yolanda, la hospitalera, me cuenta que el día anterior se ocuparon 62 de las 90 y pico plazas. Hoy vamos por treinta y tantas.

Decido irme “de tiendas”: se me han olvidado mis calcetines diminutos de descanso y voy a ver si encuentro algo que me sirva. Pregunto a unas mamás, pero en el polideportivo no tienen piscina. ¡Lástima! El Covirán (supermercado) ha abierto hace dos meses y la moza que lo lleva ha ideado un “cajón de las monodosis”, superpráctico para llevar las cosas por unidades, que no pesan ni abultan tanto en la mochila.


La hermana de la dueña del “Km 101” me ha dicho que junto al río hay un camino precioso, pero no estoy de andar tanto. Es una tarde preciosa de sur y a las 17.30 h hay 23 grados. Decido ir en la otra dirección y encuentro el restaurante Galicia “fechado” por vacaciones del 16 al 25 de septiembre. Tiene muy buena pinta, con una parra a modo de toldo. Frente a la iglesia, el café-bar Kiwi, con el anuncio del taxi que me ofertaron por la mañana.

¡Hay que hacer!... Al lado de la iglesia románica, una casa con terraza de madera -a modo de celosía- y chimenea de metal… Junto a ella, un castaño maravilloso. Rodeándolo, veo que está hueco y que hay ofrendas en forma de flores. Una placa cuenta que tiene alrededor de 700 años y que en 1971 lo iban a talar, pero un escultor local, Víctor Corral, hizo en su interior la capilla más pequeña del mundo y talló la virgen del Rosario en su corteza. Gracias a eso, se libró de la corta y en 2018 sigue dando castañas.


Por fuera, en los nudos del árbol, hay más cosas talladas: una cara titulada “Al peregrino”, y “Santiago Apóstol”- que yo haya visto…También hay una repisa donde la gente deposita monedas; yo, dejo las mías.


Luego, voy a la casa-museo de Víctor Corral, a unos 200 metros, cerca del restaurante Casa do Labrego, con un jardín increíble. Podías estar horas simplemente sentado en silencio. En el jardín, un montón de esculturas en madera, piedra, bronce… y mensajes en cada una. Por ejemplo, en un monolito con la flor de trigo esculpida, puede leerse: “La flor de trigo es la más pura y yo le pido a Dios para todo el mundo más amor, pan y cultura”.

El escultor de 81 años enseña sus trabajos a quien se acerque por ahí y no cobra nada por la visita, aunque puedes comprar un librito sobre su obra por 10 euros.


En un rincón del jardín, un pequeño texto sobre él: “Nací en el restaurante Galicia…”. Hizo de pastor y labrador. Con 18 años va a Coruña a hacer la mili y asiste a la Escuela de Artes. Pasa muchos años en Suiza y tras volver, en 1971, inicia su casa-museo. “Crecí entre vacas y ovejas”…-dice uno de sus versos. “Escribo lo que siento o pienso/ y esculpo lo que llevo dentro”…


Una pareja de Nueva Zelanda del albergue me pregunta si les puedo contar la historia del árbol (solo está en castellano). Les mando al jardín de Víctor antes de que cierre y lo mismo hago con un grupo de peregrinos españoles jóvenes. ¡No os lo perdáis! ¡Merece la pena! Los estorninos se pelean en la antena de televisión del chalé adosado a la iglesia…


Decido ir a cenar al mismo sitio donde comí, el KM 101: suelo ser fiel a los sitios donde me tratan bien. Pregunto por algo caliente y me ofrecen un revuelto o una hamburguesa en la que son especialistas; apuesto por esta última: está deliciosa (con una caña, me cuesta 5 euros). El dueño me cuenta que el negocio le va bien y que piensa en ampliar para tener una cocina más grande y ofrecer más posibilidades gastronómicas.


En el albergue hablo un poco con Yolanda que, además de recibir a los peregrinos y sellar las credenciales, se ocupa de la limpieza. Tiene una jornada eterna: de 10 a 22 h cuatro días a la semana, descansando dos. Se trae la comida y come en el albergue…

Sobre las 21 h me voy a dormir. Las tardes se van acortando y, cada día, anochece antes.

Miércoles, 19 de septiembre. Llego al kilómetro 100

DÍA 2. “[El viajero] va discurseando en su interior para ir aguantando el camino” (Pierre de Brantôme, citado por RLS).

A las 6.30 h empiezan a moverse por arriba. Las pisadas en el suelo de madera se oyen una barbaridad.

Mi silencioso hombre de Cromagnon se ha ido a las 5 de la mañana, aún de noche (según mi guía, la siguiente jornada hasta Sobrado son 41 km, 12 horas de andar…). Me recordaba a ese cómic de  los 70 que se llamaba “Hug el troglodita”, protagonizado por un ídem que apenas tenía conversación…


Voy a desayunar, cómo no, al Km 101. Abren sobre las 7 de la mañana y, además de pan con tomate, puedes desayunar un pincho de tortilla recién hecha, y hasta unos huevos fritos, si quieres… “A quien madruga, cuchillo de palo”- pone en la camiseta de Jesús, el propietario del bar.

Tras pedirle que me envuelva un pincho de tortilla para el camino, salgo a las 8 y 10, con niebla; pero, al menos, no moja, como ayer.

Mi primer monolito, el km 100´201. Lo libero de las ramas de un arbusto con mi podadera. Teóricamente, cien son los kilómetros mínimos que te piden para darte la Compostela.


Hoy, me quedaré en Miraz, a 15 kilómetros de Baamonde. A ver cuántos puedo hacer…

Km 99´994. Hace frío y me he puesto la braga náutica de gorro para taparme los oídos, Voy por el arcén, paralelo a la vía del tren y un camión acaba de dejarme “liofilizada”…

Km 99´697.

Voy por la N-VI Km 530. Guitiriz a 9 km, Recuerdo que ahí tenía parada el  (bus) ALSA.

Km 98´666.

Me adelantan los de Barcelona, con el carrito, y el grupo de 4 amigos que se han hecho en el Camino, desde Ribadeo (uno, de Toledo, “el último que me acuesto y el primero que se levanta”; otro, de Granada, y dos remolones a los que cuesta levantarse (“uno dice que tiene gripe”…).


Km 98´493.

Km 531 de la N-VI a las 9 h. Mientras hablo por teléfono, sentada en un quitamiedos, me adelantan la pareja de Nueva Zelanda y otro grupo de jóvenes.

Ya estoy en el  concello de Guitiriz. Km 98´015.

Km 97´471. Cruzamos las vías. ¡Por fin!, una pista.


Km 97´385.

Km 97´305. Capilla y fuente de San Alberto.


En la fuente coincido con el letón plasta de Covirán: “Me gusta mucho lo español…”. Sí, sí, y, sobre todo, coquetear con la chica de Covirán -pienso para mí. Le digo que en mi guía pone que, si bebe agua de la fuente, tendrá el don de la elocuencia…Aunque él no lo necesita...


La iglesia está en un lugar increíble, entre castaños y robles. Le doy la vuelta por fuera, como hago con todas las iglesias. De los contrafuertes, salen ramas de arce.

A las 10 h dejo la capilla para iniciar la subida.


Km 96´981.

Hago mis cálculos: para llegar a Santa Leocadia, a 7´8 km de Baamonde, tendría que alcanzar el mojón  del km 93…

Km 96´474.

Km 95´752.

¿Y cómo entender esto…? Dos monolitos, uno con el kilómetro 95´383 y, al lado, otro, con el kilómetro 86´494. ¿????


Unos peregrinos me sacan de dudas: el camino más largo, el de subida – tenía que ser- es el mío, porque voy a Miraz…Cosas que dejan en los hitos: unas chanclas, por ejemplo, o un mechero roñoso…


Km 95´104. Enfrente del letrero de Vandoncel, hay un asubio de la Diputación provincial de Lugo, una parada de autobús. Llevo seis kilómetros a las 11.45 h. Estoy fundida. Llamo al taxi de la tarjeta de Baamonde y digo dónde estoy; me recomiendan que llegue hasta Santa Leocadia.

Km 94´950.

Km 94´571.

Km 94. 277.

Km 94´083. Solo falta uno…Ya solo miro el suelo… Y encima, me persiguen las moscas…

Km 93´623. ¡Ánimo!

Km 93´449.

Las nubes empiezan a acumularse y ya no parecen de sur. Un puñado de lavanderas (pájaros) me recibe en Santa Leocadia (¿?). Junto a un hórreo pintado en verde y blanco, la palabra Digañe: ¿un barrio, una aldea…? Paso un puente que pone Raposeira.


La paisana del taxi tiene un servicio y me ha puesto en contacto con otro taxista, de Guitiriz. Éste me dice que me “geolocalice” con el móvil, pero no sé cómo se hace eso. “¿Y no vale con que le diga en qué hito estoy…?”.

Al final, encuentro a unos vecinos que me dicen que la escuela es un buen lugar donde quedar. Junto a él, el monolito del km 92´52. Cuando llega el taxista, le digo que me lleve al albergue de Miraz. Son 15 euros hasta O´Abrigo, en el kilómetro 87.


Como también es taberna (vienen paisanos y trabajadores a tomar el aperitivo o  a comer), pido dos primeros del menú peregrino (9 euros): crema de verduras (una palangana) y espaguetis a la boloñesa, nada que resaltar.

Son las 14. 30 h. Antes de comer, me he dado una ducha en el albergue; para mí, lo primero y, si hay que elegir, preferible a la comida, siempre.

Tres gatos se pelean por una pata de pollo bajo una mesa. Luego, viene un perro y se lleva la pata chupada por los gatos. Las moscas campan alrededor  (estoy sentada en la terraza). Una se cae en mi culín de cerveza y la saco para no verla patalear...


En el albergue están la pareja neozelandesa y la de Barcelona, Pepi y Manolo, con su carrito de creación propia. La habitación consta  de 6 literas (12 camas) con armarito individual,  y el colchón es de los buenos. Puedes lavar la ropa en la lavadora por 3 euros y secarla por otros 3. Yo, me lavo a mano la ropa pequeña.


A las 17 h salgo a pasear … por la sombra. En el bar donde pregunto me dicen que no hay nada que ver en Miraz, pero eso es por la fuerza de la costumbre. A mí me asombra todo: las tapias de piedra seca, la forma de las chimeneas, una mujer cargando el heno, el sonido de las hojas de los castaños, los tejados de pizarra, los huertos de berzas, la quietud…


Andando, andando, llego al albergue inglés (Albergue San Martín, de la confraternidad de Saint James). Tras verme pasar, el hospitalero sale y pegamos un rato la hebra. Me cuenta que él se vuelve tras dos semanas de “voluntariado”. Suelen turnarse la gente de la confraternidad, que ha hecho el Camino y que tiene tiempo  (y dinero; han de pagarse los gastos esos 15 días); por eso, suelen ser personas jubiladas. Me explica que abrieron en este lugar un albergue porque la ruta era muy larga (40 kilómetros hasta Sobrado desde Baamonde) y no había entonces ningún albergue público, o privado (hasta O´Abrigo, en la actualidad).


De vuelta, me encuentro  a un chico (peregrino) que viene descalzo por el asfalto con las zapatillas en la mano: “Es que me encanta andar descalzo y, en el huerto, siempre lo hago…”. Sí, pero sobre asfalto casi derretido…A ver cómo reinicia mañana…

Creo oír los balidos de ovejas/cabras en un corral cercano. ¿Será por eso la cantidad de moscas…?

De recogida, sentada en el jardín del albergue, escucho los sonidos de la tarde: mugidos de vacas, ladridos, esquilas, el habla gallega, paxarinhos, y estorninos, urracas y cuervos…


Mañana cambiaré de estrategia: llegaré en taxi al punto más alto del Camino de la Costa: 710 metros  en el límite de las provincias de Lugo y A Coruña, y bajaré hasta Sobrado dos Monxes (no sé por qué decía siempre dos Montes…). Me han dado en la taberna el teléfono de un matrimonio taxista de Parga, a 7 kilómetros de aquí, los más cercanos.

Jueves, 20 de septiembre. En taxi al punto más alto

DÍA 3. “El (intrépido) caminante debe aceptar con gusto todos los cambios de tiempo” (George Meredith).

Desayuno pan de pueblo con aceite y tomate y té con limón (2´50 euros). Luego, salgo en dirección a la iglesia de Miraz mientras llamo al matrimonio taxista de Parga. Ambos están haciendo transporte escolar  y luego tienen otros servicios. “¡Vaya! ¡Ayer nada y hoy sale todo…!”- se queja el marido que, tras los niños, tiene hoy un viaje a Lugo.

Así que llamo al taxista de Guitiriz. Creo que lo despierto a las 8.15 h. Me dice que puede estar  a eso de  las 9. Dejo las cosas en las escaleras de la iglesia y me dedico a pasear por los alrededores: solo se oye a un hombre partir madera y el canto de los pájaros. Hay niebla, como todos los días a estas horas, pero no moja. Vuelvo a admirar los campos de berzas, que me fascinan…


Digo al taxista que me deje a unos 8 kilómetros de Sobrado, pasado Mesón, y eso hace (me cobra 18 euros y son bastantes más kilómetros que ayer, o esa impresión me da…). 

Empiezo en el km 14 de la AC-934. Según la señal, 8 kilómetros a Sobrado, de bajada. El primer monolito del día pone km 68´161. Tendré que llegar hasta el kilómetro 60…


Espero que no sea todo asfalto. No hay ni arcén…Ahora no hay mucho tráfico, pero vienen camiones y no hay ni raya pintada en el medio…

Empiezo a andar a las 9.40 h.

Km 67´677.

Km 67´301. Pongo las primeras tres piedrecitas. En los mojones anteriores corría peligro mi integridad física…

Señal de limitación a 70, indicando precaución ¿a los peatones o por peatones…? Baja un camión de vacío a toda flecha, bamboleándose.


Km 15 de la AC-934. 1 kilómetro hecho en 20  minutos. ¡Bien! Hoy huele fresco…

Cada nuevo hito al que llego es un triunfo. Me temo que va a ser todo carretera…

Km 66´852. Me siento unos segundos en un poyete sobre el río, bajo unos alisos. Me levanto echando virutas porque caen gotas de las hojas; deben  ser los restos de la niebla, que se han concentrado…

Km 66´724. La última subidita hasta Mesón, y luego, todo bajada…La carretera, por los lados, está inclinada, y los pies también se te tuercen.

Una señal de salida de camiones. Se oyen sierras. ¿Será un aserradero…?

Voy por la raya blanca del final del asfalto, en fila india de mí misma, poniendo un pie delante del otro como si fuera una modelo.

El grafitero CRZ ha llegado hasta aquí…Vi sus letras en el cementerio de Miraz, pero pensé que era un mensaje críptico para los vecinos de la zona.


Km 66´325. Empieza un poco de arcén e incluso una acera pintada de rojo. ¡Qué bien! Aquí te juegas el tipo…

De una senda, sale un camión de “tableros hispanos”: eso deben hacer con las sierras. Huele rico a hierba recién segada y dulzona al secarse.

A las 10.40 h estoy en el kilómetro 16 de la AC-934. En una hora, 2 kilómetros…Veo un erizo muerto en el arcén.


Empieza a soplar una brisa que me viene de cara. Qué gusto… (Es gallego, el viento que trae la lluvia. Mmmmm).

Km 66´102. Ya estoy en Mesón. Me siento en un banco de un parque infantil  a comer unos frutos secos (sin sal). No me quito ni la mochila.

A las 11 h (km 65´798) paro en el bar Suso a tomar un café y una empanadilla de atún con cebolla pochada y laurel que me sabe a gloria (3 euros). En el baño, cobran 50 cts a los que vayan sin consumir. Supongo que en verano eso debía de ser un trasiego…


Pregunto a un paisano qué tal viene la cosecha de castañas este año. “Muy mal. Este año nao há”.

Fiándome de una flecha amarilla en una señal, casi cojo el camino equivocado. Menos mal que me silban dos vejetes atentos y me ponen en ruta: “Solo azulejos oficiales o hitos”- me recomiendan.

Km 65´076. ¡Por fin!, pista. Huele a pino caliente.

Km 64´969.

Km 64´927.

En la carretera, primer anuncio de un albergue en Arzúa, el don Quijote. El suelo está mullido con hojas de eucalipto y castaño. En un recodo, una original manera de curar las calabazas: colgadas a secar  en los barrotes de la puerta de entrada.


Una señora que quita malas hierbas, me explica: “Este pollito es ecológico. Los otros, no”. Todos picotean por el sendero de hierba… ¡Cuánto se aprende viajando, mirando y preguntando…!

Km 64´551.

Km 64´391.

Km 63´834. A las 11.40 h. En dos horas, 5 kilómetros y pico. Tengo sobrecargado el hombro izquierdo y me duelen mucho los pies.

Los paisanos dirán lo que quieran, pero, para mí, que este aire húmedo (parece brisa marina) trae lluvia.

Km 63´504. Me van acompañando pajarillos todo el camino. Un cuervo grazna sobre los maizales desde una torre de la luz.


Km 63´211. Aún me faltan 3 kilómetros…Y ya es la 1…

Km 63´002.

En el Km 62´822 otra vez salida a carretera sin arcén…

Mis pies ya no son míos. Me acuerdo del chico que ayer caminaba descalzo sobre el asfalto, con las playeras en la mano. Esta mañana iba calzado. No somos santos, ni mártires…

Entro en Guitiza. Qué nombre más visigodo…!

Km 62´580.

Km 62´494.

Al pie de la carretera, un cartón informa de las incidencias de la zona: esquelas, Iniciación ao teatro y Excursión a Ribeira Sacra…


Km 62´228.

Si encontrara un sitio donde sentarme, me untaría TODA de flogoprofén…Los pajarillos me dan ánimos, pero ni con eso…

Km 61´953 (Km 20 de la AC-394). ¡Qué bien! Otra vez pista.

A las 13.40 h, 6 kilómetros…en 4 horas. A 1´5 km/h. Quizá llegue  a mi destino a las 15 h. 5 horas por mis 10.000 pasos no me las quita nadie. Está visto.

Me adelanta la pareja neozelandesa (Andy y Sherry?). Están fascinados con el paisaje y el lago que ha aparecido de repente, que no es natural, sino  artificial.


En unos paneles, leo: “La laguna de Sobrado fue construida por los monjes del monasterio entre 1500 y 1530, embalsando las aguas de varios arroyos que forman las fuentes del río Tambre. El objetivo era llevar agua a las cocinas del monasterio, regar los prados, mover sus molinos y disponer de pesca (truchas) para los días de Cuaresma”.

Tras leer la historia de la laguna, me siento en un banco y me echo flogoprofén en los pies y en las rodillas. Para el hombro, tendría que desnudarme, y no me parece muy propio…Son las 14 h.

Km 61´557. Tomo la ruta de Carballeira.

Km 61´043. La visión de la torre del monasterio en la lejanía me da fuerzas. Se anuncian el restaurante As Casiñas y la cafetería Plaza con menú del peregrino. La brisa se convierte en viento en la desviación al monasterio.


Km 60´827. A mi izquierda va un pequeño canal que supongo llegará al monasterio, quizá desde la laguna. Suenan las campanadas de las 14. 30 h. La primera visión del monasterio me quita el aliento...


Ya en Sobrado (son las 15 h), leo en un panel que el monasterio fue fundado en el año 962 con carácter familiar y dúplice (para hombre y mujeres). Está cerrado de 13.30 h a 16.30 h, así que tengo hora y media para comer.

En la cafetería Plaza tomo el menú peregrino (9´50 euros): elijo ensalada de judías verdes y carne guisada. La ensalada está deliciosa; nunca  había comido judías verdes en frío, aliñadas con aceite y vinagre, y con atún en escabeche, espárragos, maíz y remolacha. Es inmensa y le pido al camarero que, por favor, me ponga la mitad en un táper porque si no, no voy a poder con el segundo plato. Al terminar, he preguntado si podía felicitar al cocinero.


El cielo se va enmarañando. A ver si llegamos a mañana sin llover…

Tras la copiosa comida, me voy a pasear hasta que se hagan las cuatro y media. Me encuentro a la pareja de Nueva Zelanda que se queda esta vez en el hotel de la plaza (el San Marcos). Hacia la salida del pueblo, encuentro un polideportivo con piscina. ¡Oh, felicidad! Vou perguntar. Es todo un espejismo… “La piscina cerró el domingo 16”- me dicen las mamás de un parque infantil.  ¡Que desilusión!. “Pero está el río a 600 metros…”. (No es lo mismo: yo, primero, soy de playa y, luego, de piscina. Los ríos y pantanos me dan yuyu…). 


A las 16. 30 h, Andrés, “el distribuidor”, nos hace pasar con el hermano Lorenzo, que nos inscribe y sella la credencial. Tiene junto a él la cama de un gato que se llama Maximilian y que ahora debe estarse paseando por “sus posesiones”. Lorenzo (en el monasterio, los hermanos se llaman solo por sus nombres) me cuenta que el monasterio estaba diseñado para 90 monjes, pero que, actualmente, solo hay 17 ¿ (el más joven, de 33 años -no quieren ser una guardería de veinteañeros-, y el mayor, de ochenta y tantos. La media, en torno a los 60 años).

Luego, mientras nos recoloca, Andrés nos cuenta todo lo que NO se puede hacer: no entrar con las botas en la habitación, no posar las botas en las estanterías (que es lo que se suele hacer); no tender la ropa en ningún sitio (si lavas ropa, hay que meterla en la secadora). No llegar más tarde de las 22 horas y no quedarse más de las 8 h por la mañana.


El alojamiento es realmente cartujo: en mi habitación (Refugio 5. Benito de Nursia), con solo un ventanuco, dormimos 13 personas en 6 literas y una cama en el centro que convive con un colgador de ropa. Menos mal que duermo en la litera de abajo junto a la puerta…

Decido hacer la ruta que me dijo por la mañana una señora del pueblo para ver el monasterio en toda su inmensidad; sí es circular, pero no se ve nada: solo los muros derruidos en algunas partes y, ni a través de ellos, pues los árboles impiden la visión. Mientras subo la cuesta cojeando, han salido de mi boca sapos y culebras como los de los cómics…


Luego, he ido “de tiendas” y me he comprado un delicioso yogur de cereza de Larsa, un plátano y unos calcetines pequeños malvas (de descanso). Pido permiso para tomarme el yogur en la cervecería de la plaza mientras tomo una bebida. Un alemán a mi derecha empieza a fumar y el humo, cómo no,  me viene a mí; me muevo unas mesas más allá, pero se sientan los 3 e-dreams  (llevan esas camisetas) y el humo del que se fuma el purito también viene a mis narices, así que me levanto y voy a sentarme al cruceiro de la entrada del monasterio para ver el final de la tarde.


A las 8 menos diez ya no hace calor, pero con tal de no ir a sepultarme en la “guarida”, me pongo todo lo que tengo para resistir. A las 20 h. los cuervos vuelan a casa. Yo, también…

En el “refugio”, alguien ha puesto la papelera de tope para que haga corriente con el ventanuco. Una francesa, no sé si quien tuvo la idea, con la llegada de la noche va a retirarla. Le digo que no lo haga: prefiero morir de pulmonía que de asfixia…

Viernes, 21 de septiembre. Sin mi Guía de 6 años

DÍA 4. “Siento con todo el cuerpo” (Thoreau).

Desayuno en el Plaza, no podía ser de otra manera, té y tostadas artesanas  con tomate y aceite (2´90 euros). El tomate, en vez de rayarlo, me lo cortan en rajitas. Leo en La Voz de Galicia: El otoño será cálido y poco lluvioso en Galicia…en octubre apenas habrá precipitaciones…”.


Comienzo a andar a las 8 h sin mi Guía. No sé qué ha podido pasar con ella. He hecho un repaso mental de los últimos movimientos ayer y, para mí, que se quedó sobre la mochila o, de canto, a un lado. Es una pena sentimental porque estaba toda churretosa y tuneada tras seis años de acompañarme en el chaleco (para que pesara menos, le había quitado las tapas de cartón y las hojas del Camino que no había realizado, entre Irún y Comillas).



Hoy no hay niebla, pero el cielo está nublado, y sopla gallego. Km 59´860, primer mojón. En un helecho, mi primer pájaro vigilante/acompañante del día. En la sombra, no sé lo que es. Sin sombra, creo que tampoco lo sabría…

Km 59´118.

Km 59´082.

Me adelanta un señor que va marchando al paso  de la marcha que silba (no sé si de los unionistas o de los confederados, pero marcha americana era).

Km 58´701. Carretera descarnada.

¡Es un petirrojo!: ahora lo he visto sobre un cable de la luz. Está un poco flaquito; yo me los imaginaba más rechonchudinhos…Pienso que es el tío Carlos, que me acompaña...


Km 58´266. Por fin, pista (aunque sea llena de piedras).

Km 58´020.

Km 57´890 a las 9 h. 2 kilómetros/hora.

Km 57´709.

Km 57´497.

Km 57´113. Tojos y brezo en flor. Huele a humo de leña en chimenea: alguno ha encendido ya.

Km 56´514.

Km 56´378.

Km 56´124.

Me adelanta, todo vestido de blanco, el santón que dormía en la litera de arriba -en postura de yoga-, al revés que todo el mundo, con la cabeza en los pies. También Andy y Sherry (¿), la pareja neozelandesa; les doy mi blog y me despido de ellos, pues ya no creo que nos veamos.

Km 55´893 a las 10 h. En dos horas, 3´967 km. Mantengo la ratio ( 2 km/h), por ahora…

Veo tirado en el suelo un cartel de la Diputación con el nombre de Carelle, el lugar donde me dijo la taxista de recogerme (es carretera). Pero me parece demasiado pronto: son solo las 10. Hasta las 13 horas, con cinco andadas, que es lo que suelo hacer, no me parece pertinente pedir un taxi…

Km 55´495. Estoy en Casanova. 

Km 55´380.

Km 55´304.

A las 10.30 h creo que ya me han adelantado todos los del albergue. En la pista arenosa, las dos rayas paralelas del carrito de Manolo y Pepi.


Llamo al monasterio para decirles que si, al hacer la limpieza, encuentran una Guía, que es mía. Me coge el hermano Lorenzo y le dejo el teléfono, por si acaso.

Km 54´897. El petirrojo reaparece de cuando en cuando (o igual han hecho un relevo de petirrojos…).


Km 54´615. Hoy mi tope (mis 8 kilómetros) estaría en el kilómetro 51´860. Pero cerca ha de haber una carretera para que un taxi pueda llegar a recogerme.

Km 54´466.

Km 54´251 a las 11 h. (5´609 km en tres horas. Ya la ratio baja…).

A las 11 h paro en un banco de una casa cerrada a comerme los restos de la ensalada de judías verdes de ayer, en el táper. Está deliciosa: como el atún era en escabeche, no se ha estropeado nada.


Km 54´152.

Km 53´767.

Empiezan a caer las primeras castañas. Recuerdo que el castañero de la plaza Porticada, en Santander -que me decía que las traía de Galicia-,  me contó que se abrían con la lluvia (yo siempre pensé que se caían con el viento sur…).


Km 53´239.

Km 52´912. Letrero anunciando el albergue de Boimorto, ¡a 3.000 metros!

Me alcanza una pareja de canadienses: él ha hecho dos veces el Camino del Norte y una el Portugués. Del Camino Francés, dice: it´s very busy (vamos, que es como ir por la Gran Vía en Navidad). En la lejanía, dos hombres se inclinan hacia el suelo. Están plantando eucaliptos.


Km 30 en la AC-934. Km 52´498 según el monolito. A las 12, llamo al taxi de Sobrado. He andado 7´362 km en 4 horas, pero ya no puedo más. Le digo que estoy al borde de la carretera con un chubasquero naranja.

Me lleva primero a la pensión O Real, que es un lujo…por 40 euros. Si no hubiera habido otra cosa cerca, hubiera tirado de tarjeta, pero no es el caso. Le digo que me lleve al albergue, aunque aún no es la hora de apertura (son las 12.30 h y la recepción es a partir de las 13 h).

Yolanda, la hospitalera y limpiadora desde hace 8 meses, me deja pasar. “¡Qué bien que seas española; así puedo charlar un poco contigo…”. Está todo impecable (y eso que el albergue ya tiene 6 años). “La limpieza, ayuda…”- me sugiere Yolanda. Sin duda. La habitación es espaciosa y despejada y los baños son un lujo. Por seis euros...


Yolanda me ayuda a poner la lavadora (3 euros) y la secadora (1´50 euros); meto todo lo que tengo y me sale bienoliente y calentito como pan recién hecho. ¡Qué gusto!

Los lugares más cercanos al albergue que nos ha recomendado para comer están cerrados, así que Oswald, un peregrino alemán, y yo, vamos a comer a Casa Moncho, a un kilómetro del albergue, en el centro de Boimorto.

Nos dieron de comer, pero, al principio, no tenían muchas ganas… “Será lo que quede: una ración de pollo, una de paella…”. Es verdad que era un poco tarde, más de las 3, y que ellos, aún, no habían comido… Oswald pidió garbanzos con espinacas, y pollo. Yo, no lo recuerdo, pero estaba todo caserito y bueno. Además, no nos cobraron las bebidas que habíamos tomado mientras esperábamos mesa.

Luego, compramos fruta y yogures y ¡para el albergue! Chispeaba un poco, así que no pensaba volver al centro más tarde.

Cuando llegamos, un grupo de jóvenes se había acostado en la habitación, nada más registrarse, tal y como estaban. Oswald y yo entramos sigilosos, para no hacer ruido. Pero ellos, cuando se despiertan, se ponen a hablar en voz alta – sin respetar el descanso del resto. Y eso que hay en el albergue un estupendo sitio de reunión…


Por la tarde, tras estar un rato con los pies en alto, voy a rodear una laguna cercana. Está tan colmatada por la vegetación que apenas se ve. Me hubiera gustado pasear más, pero los dos kilómetros de ida y vuelta al pueblo me han pasado factura. Acabo el día mirando su final tras los cristales: del lado derecho, todo naturaleza. En el lado contrario, el Ayuntamiento ha depositado todo tipo de artilugios y artefactos, un reducto de fealdad…


Sábado, 22 de septiembre. Arzúa, final de trayecto

DÍA 5. “La belleza de un paisaje no tiene dueño” (Kamo No Chomei)


Todo está despejado. Me da que hoy va a ser un día caluroso.


A las 7.50 h, el primer monolito, Km 48´928. Ya conozco el camino porque es el mismo de ayer para ir a comer a Casa Moncho.

El primer bar, Bobby, está cerrado a cal y canto. A ver dónde puedo desayunar…Antes de salir de Boimorto encuentro un sitio y aprovecho para preguntar por mi taxi del día.

Km 48´238. 10 kilómetros a Arzúa, “donde se juntan todos los Caminos”- me dice el paisano que hace la ruta de los bares a base de aguardientes.


Km 48´141. Según una señal, por carretera, 2´3 km a Sendelle y 10 km a Arzúa. En otro monolito, enfrente, Km 40´627. ¡Ya empezamos…! Encima, alguien ha dejado un papel con una nota: “Juhan and Dego, follow the sign to Arzúa. Turn left!!!!”. Junto al cartel “de la izquierda”, hablan de la iglesia románica de Sendelle, del siglo XII, con pinturas murales de la Última Cena y el Juicio Final. Eso me decide (Luego, me dirán que el camino de la derecha, el más corto, no pasaba por Arzúa. ¡Menos mal!).


La carretera es enana y sin arcén, pero dice que puedo ver ciervos durante 4 kilómetros…Voy entre bosques, acompañada de pajaritos. En la cuneta huele a anises.


Km 47´501. Una pareja de Eslovenia me recomienda el albergue de Güemes, en Cantabria, y al cura, don Ernesto. “Está en mí...”- me dice el hombre.

Km 47´223.

Km 47´086.

Mientras no viene nadie, voy por el centro de la carretera. Si no, los pies me van al bies. Entiendo ahora a la canadiense de ayer. 

Km 46´406.

Cada vez estoy más segura de que alguien me ha mangado mi Guía…

9 y 10. Ya empezamos a subir. La humedad resalta unos olores; el calor, otros.

Km 46´084.

Creo que mi límite, hasta donde ando bien, a buena marcha, son…2 kilómetros. A partir de ahí, ¡a sufrir!

He llegado a la iglesia de Sendelle. Y los cubos de basura, delante, ¡cómo no! Igual que los cables de la luz. Siempre en mitad de una buena foto…El románico, por fuera, es tosco en canecillos y capiteles. Aunque en el cartel ponía que la asociación de vecinos llevaba las visitas, de 9 a 14, no hay nadie a quien preguntar por los alrededores.


Me siento en la parada del autobús a ponerme flogoprofén en la corva derecha. Luego, continúo. 2´844 km en dos horas, de 7.30 a 9.30 h.

Repinto mi tercera flecha de este año, porque el azulejo estaba escondido tras un quitamiedos y un dondiego de día. Hoy, al petirrojo acompañante se ha sumado un mirlo. El tío Carlos y mi hermano David…


Km 45´286. Pasa el panadero repartiendo pan de pueblo a domicilio en su camioneta. Le pregunto si tiene algo pequeño, pero lo más pequeño, para mí,  es grande. Le felicito por ese pan tan estupendo que levito cada vez que me lo ponen para desayunar.

Km 44´899. Quedan 6 kilómetros a Arzúa. Son las 10 y 10. He andado 4 kilómetros  en dos horas y media. Me echo flogoprofén en el hombro izquierdo y ¡a seguir!

Un francés viene de Sobrado y va a Santa Irene. Montón de kilómetros…

Llamo al hermano Lorenzo, pero la Guía no ha aparecido. Me dice que piense que todo tiene una razón de ser…Yo, francamente, no se la veo. Solo espero que al fetichista de lo hispano, o cleptómano de lo ajeno, le sirva para algo y no la tire a un cubo de basura como pasa con los pósters de FITUR…

Km 43´868. A ver si encuentro otra parada de autobús donde sentarme un rato, Este año, los asubiaderos han reemplazado a los quitamiedos asturianos.

Km 43´423. 5´505 kilómetros recorridos a las 11 h. Arzúa está en el Km 38´238…Voy de nuevo por el centro de la carretera.

Km 43´015. Me quedan aún 5 kilómetros. ¡Bufff!

Km 42´732. Me duelen el hombro, el tendón de Aquiles, la rodilla izquierda…Y lo malo es que no hay ningún sitio donde sentarse.

Hay un stop a 150 metros, creo que con la carretera general (por el ruido del tráfico). Pienso que hasta aquí he llegado. Voy a llamar al taxi. No puedo más. Estoy en la intersección con la AC-234. Km 42´465. Arzúa está a 4 kilómetros.


El taxista me cobra 9 euros. Me dice que, si quiero ir a Coruña, es mejor que vaya a Santiago. Ahí hay más buses.

El albergue municipal abre a las 13 horas; uno privado, junto a él, a las 12.30 h. No quiero quitar la plaza a alguien que haya andado toda la etapa (es un albergue pequeño, con pocas camas), así que me voy al albergue Casa del Peregrino, por 10 euros (el oficial cuesta 6).


Belén, la hospitalera, me coge la mochila mientras se hace la hora de abrir. Voy a localizar la cafetería Ameixa, donde paran los autobuses a Santiago, de la empresa Freire. Tengo el primero a las 8 de la mañana, y tarda una hora. Me tomo un chocolate con churros mientras leo la prensa. En La Voz de Galicia, leo que Francisco Franco, el nieto, pretende vender su parte de Meirás a su propia empresa… Que la visita al Pórtico de la Gloria, recién restaurado, costará 10 euros y que Padrón abre una ruta literaria dedicada a Cela.

Luego, recorro los alrededores de mi calle. No me extraña que cuando dijeron de dejar como alternativa única del Camino del Norte la que no pasa por Arzúa, los vecinos se echaran las manos a la cabeza: los sitios de comer y dormir están en función del  peregrino. Y hay infinitos establecimientos.

Decido almorzar en una pizzería que me ha dado buenas vibraciones, Il Fornaccio, en la calle de mi albergue (calle Cima do Lugar). Preparan pizzas para uno, más pequeñas (es un decir).  Pido una con cebolla (mis favoritas) y una caña (10´20 euros). Casi beso a los cocineros…


Luego, voy a por un helado artesano en la plaza de Galiza (de tarta de Santiago y tarta de queso) y voy a comerlo a la sombra de los plátanos en un banco frente a la cafetería Os Casqueiros.


Para bajar un poco la copiosa comida, paseo por los alrededores: veo por fuera la capela da Madalena, junto al albergue municipal, y transito la rúa do Carme, con soportales como los de Reinosa o Aguilar de Campoo, para cuando llueve. También compro un montón de pequeños suvenirs al principio de la Cima do Lugar.

Ya en el albergue, le pregunto a Belén por la piscina municipal (Rúa Piñeiral). Hoy sábado, abre por la tarde de 4 a 8. Allá que voy a las a las 17 y 17 h con un sol de justicia y 27 grados en las calles. La entrada cuesta 4´60 euros, y Tania, la socorrista, me presta unas gafas de bucear. La piscina, con solo dos personas a estas horas, es la gloria en la tierra…


A la vuelta, en la única habitación de 15 plazas (7 literas más una cama, con 3 ventanas que dan a la calle principal, una de ellas balcón), hay algún comensal más. Espero que nos apañemos con la ducha y el inodoro más ducha…Belén ha dejado toallas por si alguien las necesita.


Salgo a la praza de Galiza y me siento en Os Casqueiros a ver morir la tarde mientras tomo dos tónicas (tengo mucha sed) y los nuevos yogures que me he comprado (uno, de manzana al horno y otro de mandarina…). El pobre y único camarero está consumido de correr a un encargo y a otro.


A las 19. 30 h hay 26 grados a la sombra. La plaza es intergeneracional, como la de Villalba: conviven todas las edades, cada una en su sitio; los viejos, en los bancos, los señores, juntos; las señoras, también. Los niños, en el centro, y los adultos, en los cafés. Cuando empiezo a tener un poco de frío, me voy para el albergue. Mañana, el autobús a Coruña es a las 8.

El año que viene supongo que tendré que viajar a Santiago y cogerme el bus local hasta aquí, para volver, andando, a Santiago…A pesar de la fascitis, he disfrutado mucho. Creo que después de Santiago, llegaré a Finisterre, y luego, me haré -mientras pueda- los otros Caminos: el Inglés, el Portugués, la Vía de la Plata… En el silencio del Camino se aprende mucho, de uno mismo, y de los otros.

Domingo, 23 de septiembre. Día 6

Vuelta a casa, pasando por A Coruña

Qué calor anoche, y todas las ventanas cerradas. Y hablando en la calle al menos hasta la 1 (sobre todo, tras la paz de Boimorto…). Cada vez que me levantaba al baño, era entrar en una sauna…

Hoy, de nuevo, un día perfecto, aunque a las 8 h hay niebla. Está un poco fantasmagórico, de meigas y santa compaña. A ratos parece un paisaje emergido, una especie de Brigadoon.


Desayuno en la cervecería Ameixa y leo en La Voz de Galicia mientras espero al autobús: “La empresa Arriva [para mí, de infausto recuerdo] quiere conectar Santiago y A Coruña por tren en 18 minutos…”. También que [En la Conferencia Mundial de Rutas, en Santiago] “Presentan un sendero taiwanés inspirado en el Camino” (la ruta Tamsui-Kavalan).


De Arzúa a Santiago hay unos 40 kilómetros. El billete se saca en el bus y cuesta 3´20 euros. Llegamos sobre las 9 horas y a las 10 sale el Monbús a Coruña (5´05 euros). Sobre las 11 h llego a mi destino. 20 grados y niebla. Cojo el bus 14 a la casa nueva de Sarita, en Avenida de Finisterre. El relato del día será para otra ocasión…

Martes, 25 de septiembre. Coruña-Santander

A pesar de estar en la estación desde bastante tiempo antes, casi perdemos el bus; yo, y otro montón de pasajeros. Resulta que aquí hay dársenas  “de salida” y “de llegada”, las mismas y con los mismos números. Y nosotros, ¡¿qué sabíamos??!!! “Pues hay un cartel muy grande”- nos dice el conductor. Ya, pero si ni te lo imaginas, y nunca te ha sucedido antes, ¿cómo se te va a ocurrir…?

A las 12 h estamos en la cafetería de la estación de autobuses de Ribadeo. 20 minutos de parada. Aprovecho para comprarme un bocadillo de pollo y andar como un legionario, ida y vuelta a lo largo de la estación.


Voy encantada hablando con Margari, una señora de San Sebastián que vive en A Coruña, casada con un cordobés…El viaje se me hace cortísimo gracias a ella. En Oviedo hacemos otra parada larga para comer. Además de echar un ojo en El Corte Inglés y Mercadona (me encantan las colonias y jabones), pico algo en el bar Peña Tu; la tapa de ensaladilla está muy rica, ya la he probado el año pasado.


Llego a Santander hacia las 19 h; a Margari  aún le quedan tres horas más. Sarita, cuando acabe el Camino del todo-todo, vienes tú aquí…

LOS GASTOS TOTALES

Este año han sido 400 euros, incluidos los billetes de ida y vuelta (80 €), los taxis (70 €), los regalitos (50 €), comidas y alojamientos (200 €).

Por si quieres empezar por el principio...


Expo Wanderlust en Berlín. El vagabundeo como un motivo para el arte y la pintura.
Obras de: Caspar David Friedrich, Carl Blechen, Karl Friedrich Schinkel, Johan Christian Dahl, Richard Wilson, Christen Købke, Gustave Courbet, Iwan Kramskoi, Ferdinand Hodler, Auguste Renoir, Emil Nolde, Ernst Ludwig Kirchner, Otto Dix y Ernst Barlach.







https://elpais.com/elpais/2018/06/11/buenavida/1528726145_420325.html. Caminar a buen paso, hacer “power walking”. Creo que yo soy una contemplativa…