martes, 9 de enero de 2018

PASEOS DE INVIERNO. A MADRID, EN TREN, IDA Y VUELTA

Además de la maleta con una rueda a la virulé, llevo los regalos de Reyes de varios amigos y un roscón de hojaldre metido en una bolsa, en vertical, que no sé si va a llegar hecho un acordeón… (nos lo vamos a comer igual…).

Miércoles, 3 de enero de 2018

13.30 h. 17 º C. ¡Bufff!

Voy con todo lo más abrigado que tengo: abrigo de guata, chaleco de lana, polo de cuello alto, bufanda, botas… Y hace sur. Pero, ¿qué pasará en Madrid…?

Adelanto a toda la cola, que casi se sale de la estación, para sentarme en un banco -helado- en la sala de espera. No entiendo la pasión por estar haciendo fila media hora antes, de pie…

Hemos salido o´clock, a las dos en punto. “Vamos muy rápido” -comenta un niño de unos 9/10 años. Exactamente, a 124 km/h. La que parece ser la abuela del niño es una pesada. Lo coge de la barbilla cada vez que quiere que la atienda. El niño pone cara de fastidio.

El cielo está gris, sin llover. El campo está encharcado de estos días. Veo ovejas pastando y unos caballos corren hacia donde está el pienso.

La entrada a Torrelavega está toda desbrozada, llena de restos de poda en los márgenes de las vías. Los que se suben, andan perdidos y van de un vagón a otro como pollos sin cabeza. Mucha gente ha ido al bar a comer: es la hora, así que dejo para más adelante lo de comprar un botellín de agua. A la vuelta, me fijo en los que han desplegado sus bocadillos o sanwiches sobre las mesas abatibles. Muchos se han traído polvorones de postre.

A partir de Pesquera, sale el sol. ¡Qué maravilla!- dicen detrás. Y con el sonido de violines del “Doña Ana” de la peli  “Don Juan de Marco”, que llevo en los auriculares, es aún más bonito. El cielo está impresionante: blanco, azul y gris, como a mí me gusta. Y los chopos, desnudos contra el cielo.


En mi segunda incursión al bar, me paro a mirar en los descansillos. Me molesta la T de turista en las ventanas. ¡No deja ver nada! Cuando regreso, me fijo en los distintos “dormires” de la gente: con la boca abierta, despatarrados, una encima de otra a modo de bisagra…


A las 16.15 h estamos parados en Monzón de Campos. Hay muchas vigas de cemento apiladas en los laterales. Después de Palencia, vamos a cámara lenta, como si fuera un coche eléctrico, sin ruido…Acabo de aprender dónde está el enchufe para cargar el móvil: debajo del asiento, como el salvavidas en los aviones…

A ALCALÁ DE HENARES (EN TREN), AL ARCHIVO GENERAL DE LA ADMINISTRACIÓN

Jueves, 4 de enero de 2018

La niebla ha dejado el suelo resbaloso…Voy preguntando todo porque la estación de Atocha, para mí,  es un “monstruo”.

El tren a Alcalá (hay uno cada 15 minutos) para en todos sitios. El billete me cuesta, ida y vuelta, 6´80 euros. A las 8.55 h hay 16 grados en la calle. Cojo el C-2 a Guadalajara, el primero que sale, aunque el C-7 tiene Alcalá como destino final.

Al ver las paradas, me doy cuenta de que este es el tren del 11 M: El Pozo, Vallecas, Vicálvaro, Santa Eugenia…Las tapias que separan las vías están llenas de grafitis: no hay ni un resquicio libre. Me llama la atención el nombre de YIESUS, varias veces repetido.


Aunque la mayoría de la gente va callada a estas horas, una detrás habla como un loro…, y alto. El cielo es como una inmensa boina gris. En Coslada, “la voz” empieza a cantar las paradas. ¡Menos mal! Temía pasarme si no veía a tiempo el cartel de la estación…

Descampados y naves se van alternando, y un montón de palomas, inmóviles en los cables de la luz, parecen disecadas.


Tras 35-40 minutos llego a Alcalá. Ahora, a buscar el Archivo General de la Administración (AGA): quiero consultar el expediente instruido a la maestra (luego, escritora) Dolores Medio por parte de la Comisión Depuradora de Enseñanza, durante la Guerra Civil.

Luego, si tengo tiempo, me pasearé por sus calles…

Una chica me dice que el AGA está a unos 15 minutos andando, así que no hace falta que coja un autobús urbano. Tomo el Paseo de la Estación, y su continuación, hasta llegar a la plaza de Cervantes. En la oficina de información pido un plano, sorprendida por la cantidad de cigüeñas que anidan en los tejados.


En la calle de los Colegios, un paisano me dice que tengo que llegar a una plaza “con un burro”. Luego, veré que es la puerta de Aguadores. Enfrente, el Archivo.


Tras tomar notas y sacar fotocopias de lo que me interesa, decido darme una vuelta por la calle principal, la calle Mayor, “la más larga de España soportalada”, según dice en el folleto. 


Llego hasta la plaza de los Santos Niños junto a la catedral…, y me vuelvo para coger el tren de las 14 h. Hace sol, pero las nubes amenazan. De Coslada a Madrid, por el lado derecho en el sentido de la marcha, veo chabolas. No me había fijado al ir.

VUELTA A SANTANDER

Lunes, 8 de enero de 2018

En el tren. 2º C a las 7.45 h.


A las 9 h, parados en no sé dónde; supongo, por la hora, que ya cerca de Valladolid. La tierra, nevada ligeramente, pero ha habido tramos a la salida de Madrid, con una buena capa. Un mercancías viene por la derecha: quizá sea eso… Las carreteras tienen pinta de tener hielo.

Yo voy leyendo, en papel,  tan ricamente, el catálogo de la exposición de Barea en el Instituto Cervantes (de Madrid).


He reñido al chico que me lo vendió porque no estaba incluido el estupendo mapa con todas las localizaciones de los sitios y jalones de su vida. “Igual está en la web del Instituto…”. Pero no. Me informa también de que, en unos días, empezarán unos paseos guiados; pero no sé cuándo volveré a Madrid…


https://hermes.cervantes.es/FichaWeb/117974/105. Paseos por el Madrid de Barea, previa inscripción de 5 euros. Los sábados, entre el 13 de enero y el 3 de marzo de 2018.

De camino a Palencia, niebla espesa. Yo, con mi música clásica, mientras en las pantallas dan Capitán Calzoncillos, una de animación para niños. Me doy cuenta de que el hilo musical de RENFE son siempre las mismas canciones, que se repiten hasta el infinito: Doña Ana, de don Juan de Marco, Barry Lindon…

Antes de llegar a Palencia, nos paramos de nuevo y se apagan hasta las luces. Como siempre, nadie nos dice nada… Voy al bar a preguntar y me explican que el polvo de la nieve ha congelado los ejes y que hay que echar agua caliente (por wásap, mi hermano me escribe que, según el Diario Montañés, el día anterior pasó lo mismo y llegaron a Santander con un retraso de ¡90 minutos! Así y todo, hoy vuelve a suceder. No tenemos remedio…).

En la vía paralela, acaba de llegar un Cercanías (¡¿Eh?!, que nosotros tenemos preferencia, que llevamos más tiempo…Pero ni por esas. Él se va y nosotros nos quedamos). Al cabo de un rato, pasa, como una bala, otro Talgo en dirección Madrid.

Por fin, la voz neutra nos dice que la llegada prevista a Palencia será a las 10.43 h y que llevamos 90 minutos de retraso (la llegada oficial era a las 9.15 h). “Disculpen las molestias”…

A Santander llegamos con 80 minutos. Hemos ganado diez...


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