jueves, 8 de diciembre de 2016

EARTHWATCH, 1995. GOLDEN EAGLES OF MULL, EN ESCOCIA

Cuando fui al Reino Unido en septiembre de 1995, ya antes había ido como voluntaria en España al Campo de Trabajo “Estudio de la migración de aves” en Doñana, en octubre de 1994, con la SEO, y al Campo de Trabajo del FAPAS,  de plantación de árboles frutales para el oso, en Asturias, el verano de 1995.



Con la campiña inglesa había iniciado mi relación antes, el curso 1982-1983, cuando estuve allí para mejorar mi inglés. Salía con mi familia los fines de semana con el Long Eaton Rambling Club (http://www.longeatonramblingclub.org.uk/), de Nottingham, a recorrer los senderos en los condados cercanos.



La ocasión de ir a la isla de Mull, en Escocia, fue una oportunidad, al contar con una beca del Instituto Británico que me pagaba la mitad del monto total. Con el dinero aportado por los voluntarios, se contribuye a pagar los proyectos de investigación en curso de la organización internacional ambiental Earthwatch.

No recordaba que había tenido que escribir, en inglés, a mi regreso, un “reportaje de campo” sobre mis días allí. Lo titulé: “Una experiencia placentera que merece la pena y que recomiendo”. Eran tres folios.

Diario de viaje

El equipo VIII, del 11 al 23 de septiembre

El grupo  de voluntarios está integrado por 4 estadounidenses, 2 británicas y 2 españoles.

Bill, que sirvió en la RAF durante la II GM, es muy organizado: apunta todos los gastos y tiene una lista en el ordenador  con  toda la gente a la que ha de escribir, y cada día escribe a unos pocos. Le gusta sentirse protagonista.

Joe (estadounidense de ascendencia italiana) es un hombre discreto y atento. Se nota torpe andando y no oye bien. Creo que piensa que ha cometido un error viniendo.

Ruth (vive en California) es tremendamente independiente. Sin saber que formaría parte del grupo, la vi en el ferry de Oban a Craignure. Me llamaron la atención sus trenzas y su falda de ante con flecos como la de las indias.

Edda reconoce que siempre ha hecho vida de ciudad en los Estados Unidos.

Sarah Ch, es médico. De Londres. Le gusta disfrutar del campo y los paseos.

Sara O., también inglesa,  acaba de salir de una convalecencia y se agota fácilmente.

Rafa, español, es el más joven. Tiene tan solo 18 años. Ha estudiado en un colegio bilingüe, así que tiene el inglés bastante reciente.

Además, Paul Haworth, ecologista de campo interesado en las aves rapaces, socarrón, alegre y festivo, y Dom Morgan, ornitólogo de campo,  serio y callado. Ellos son nuestros mentores e investigadores.

Nuestra labor


El proyecto consiste en ayudar al investigador principal, Paul Haworth, con observaciones sobre las aves que le interesan (el águila real, y su relación con ratoneros, cuervos y cernícalos).

Cada día, salimos con un plano y prismáticos a tomar nota de las relaciones entre estos pájaros (por ejemplo, el acoso de ratoneros a un águila real o de cuervos que atacan a ratoneros y cernícalos), apuntando las coordenadas, para luego pasarles los datos a los investigadores.

En nuestro grupo, generalmente tres o cuatro personas, nos habíamos dividido las funciones: Rafa era el “oteador”; Sarah Ch, la lectora de mapas e intérprete, y yo, la “escribiente”. Apuntaba la hora del avistamiento, las coordenadas en el mapa, la dirección del vuelo, las especies vistas y la actividad que realizaban.

La llegada a Ben Doran Cottage, el lunes por la tarde


Vamos hasta Oban en un trenecillo (West Highland Line) que va bordeando lo que parecen unos fiordos o una ría de Galicia.

El bosquecillo junto a la vía es de roble, arce, fresno y creo que serbal de cazadores, con las bayas de un rojo reventón.

En el tren vamos poca gente y te puedes cambiar de asiento según donde estén las vistas.
A las 16 h cogemos el ferry de Oban (en gaélico significa “pequeña bahía”) a Craignure, ya en la isla.

Antes de cenar, subimos al monte junto a la casa (Ben Doran Cottage) para explicarnos los procesos geológicos, las islas en lontananza y todo lo que queramos saber. A las 19 h sopla un viento frío de bigotes…

La cena me resulta un poco cansada; tanto tiempo sin oír el idioma y, sobre todo, sin hablarlo, me ha hecho un poco tímida para expresarme, y también me cuesta entender. Estar tan concentrada me agota…


Fue muy gracioso: como al principio no me enteraba de nada (tenía mi inglés muy oxidado), creía que Paul era Alan [Fielding, el profesor que aparecía en el dossier que nos habían pasado], y Dom, Paul. Rafa pensaba que Dom se llamaba Bob. Como siempre te respondían, les llamaras lo que les llamaras…

Martes, 12 de septiembre

Hoy ha sido nuestra primera expedición con “bad weather”. Vimos en la playa huellas de nutria (otter signs) y hemos visto águilas reales y cernícalos (kestrels), sobre todo. Yo metí la pierna hasta la rodilla en terreno pantanoso y necesité de dos manos y toda la fuerza para salir y no dejar mi bota allí para siempre.

Miércoles 13

Día lluvioso y ventoso. Estuvimos leyendo y estudiando. Sarah bajó a por el periódico y, de paso, echó nuestras postales. Dom nos enseñó con el ordenador los usos de la tierra según satélite y los avistamientos de águila real (golden eagle), cuervos y ratoneros en la zona, con sus nidos y distribución. Luego, nos puso una cinta grabada  con los sonidos de varios pájaros.

Comimos pronto, una “sopa-resumen” muy buena y, como seguía lloviendo, nos dieron el día libre. Los más jóvenes nos bajamos a Bunessan a ver tiendas (solo hay 3) y, de paso, tomamos el té. Luego, las tres de “mediana edad”, Edda, Sarah Ch. y yo, decidimos ir a Uisken, mientras Rafa y la otra Sarah se volvían a casa.

Vimos 5 o 6 “cottages” en ruinas y entramos en dos para ver la construcción y la distribución de las habitaciones. A las 18.15 h estábamos en casa después de haber andado 12 kilómetros, preparadas para tomar el té tras una ducha.

Estamos divididos en tres grupos: Los más jóvenes, Rafa y Sara O. juegan con la pequeña Erika. Los treintañeros: Sarah Ch., Edda y yo. Y las “viejas glorias”, Joe, Ruth y Bill, en sus 70 s.

Jueves 14

Hoy ha amanecido un día estupendo y, pasadas las 9 h, ya estábamos en camino con nuestros sándwiches.

Fuimos en dirección a Uisken, donde habíamos estado ayer con tiempo muy diferente. Una señora en moto nos advirtió de no dejar ninguna puerta abierta.

Comimos en la playa y me mojé los pies. Luego, los más jóvenes del grupo fuimos campo a través por los páramos y terreno pantanoso hasta Ben Doran. Rafa casi pisa una víbora.

Llegamos cerca de un nido de águila real y, cuando bajábamos, salió de su refugio en un planeo maravilloso. Nos quedamos tan estupefactos que no nos dio tiempo a sacar una foto.

A las 15. 30 h estábamos en casa. Tras una ducha, Sarah Ch. y yo fuimos a Bunessan de compras y a por el té.

Viernes 15

Hoy ha amanecido igual que ayer y nos hemos dividido en dos grupos: los más jóvenes, con Dom, hemos cruzado la península de Mull (The Ross of Mull) de norte a sur; primero, por una pista que no aparecía en el mapa, y luego, campo a través entre los brezos – que nos ha hecho llenarnos de garrapatas- hasta unos acantilados  (Binnein Ghorrie) junto a una cascada, que eran una maravilla. Allí hemos visto desplegar sus alas a 4 águilas, al menos, aparte de cernícalos y cuervos.

A la vuelta, Sarah Ch. y yo decidimos quedarnos en Bunessan y dar un paseo por los alrededores. Nos llevó dos horas llegar hasta la carretera por un camino muy bonito y poco transitado, y otra más por la carretera hasta casa. Al final, unos veintitantos kilómetros y dos ampollas, pero mereció la pena. Luego tuvimos una opípara cena regada con vino -que pone a la gente contenta- e hicimos unas risas.

Me encontré dos nuevas garrapatas que tenían ya la cabeza metida en mi antebrazo. Espero no tener ninguna más.

Sábado 16. A day off in Iona

Teníamos el día libre para hacer lo que quisiéramos y decidimos ir a la isla de Iona. Ruth decidió irse sola por su cuenta, Bill iba a Staffa y el resto decidimos ir a Iona,  a una milla de Fioonphort.

Cogimos el ferry de las 10 h -apenas 5 minutos- y, con un día espléndido, aterrizamos en Iona. Como la isla es muy pequeñita, decidimos primero ver todo lo visible, luego tomar el té de las 11 h  y, a continuación, ya “resucitados”, empezar nuestro camino alrededor de la isla.

Como Joe anda un poco torpe y tenía que ir a esperar a Bill a las 14. 30 h, fuimos primero a comer a la parte norte de la isla, a una playa, y luego, tras dejarle encaminado, iniciamos nuestra ruta.

Subimos primero al Dun, el monte más alto de la zona – a 100 m sobre el nivel del mar- que te permite ver toda la isla y sus alrededores. Luego, acompañados por un perro de la localidad, que se nos pegó, fuimos decidiendo el camino para rodear la isla de 2´8 por 4´5 kilómetros.

Fue una tarde maravillosa. Vimos varios ratoneros y algunos cuervos y, antes del último ferry, nos dio tiempo incluso a tomar el té.

Ya en casa, una ducha y, tras una cena picante con curry, fuimos a recoger nuestra colada.

En Iona me compré una camiseta preciosa.


Domingo 17

Hoy, un nuevo camino. Un camino matador: muy bonito, por debajo de los acantilados hasta los Arcos [de Carsaig], pero acabé con los tobillos machacados. Había muchas rocas, incluso en las partes con algo de hierba, y tenías que estar muy atento para no romperte la crisma o las piernas. Eso sí: hizo un día precioso.

Vimos una nutria: yo le vi la cola, y Sarah Ch., la cabeza; muchas águilas, y lo pasamos muy bien, aunque fue muy cansado.

Lunes 18

Hoy también vamos a la costa, pero no a un sitio tan rocoso como ayer. Cogimos la carretera en dirección a Fionnphort y estuvimos por una mancha del bosque primitivo: avellanos, abedules, serbales, robles…Vimos tres “standing stones” [menhires] – habitualmente de granito; las hay por todo el Reino Unido. Luego, fuimos en dirección a los Potties y a Erraid, pasando delante de un torazo, que Sarah dice que te patean con mucha facilidad.

Comimos en la playa y decidimos rodear la zona porque la aparente lengua de tierra entre Mull y Erraid, no era tal. Así que, como las cabras, cruzamos sobre rocas, saltamos vallas, atravesamos marismas y llegamos con un viento helado a Fionnphort, a tiempo de un chocolate caliente con un “cheesecake” (tarta de queso) casero delicioso. Y ¡carretera adelante hasta casa!

Cuando quedaban unos 20 minutos para llegar, me dolían tanto las plantas de los pies y los hombros que tuve que pararme un ratito, pero fue estupendo.

Martes 19

Hoy hemos ido con Dom por la parte de arriba de los acantilados que el otro día hicimos por abajo. Aunque había hoyos, ha sido mucho mejor: menos cansado y con unas vistas alucinantes. Lo hemos pasado muy bien. Los tres magníficos (Rafa, Sarah Ch. y yo) y Dom, que también es tranquilo y callado (no le gusta hablar mucho). Mañana quizá vayamos a un pueblo abandonado.

Kintra no vale nada: 4 casas. Estuvimos en un joyero que hacía cosas de plata y piedras preciosas con dibujos celtas muy bonitos, pero todo era carísimo.

Miércoles 20

Por la mañana, Sarah Ch. y yo, las dos magníficas, abandonadas por Rafael, nos fuimos a Kintra cortando por los páramos, sitios “very wet and boggy”. No vimos muchos pájaros, supongo que porque tampoco había vida que los sustentara.

A las 2 -un poco antes, para tomar una sopita caliente-, estábamos en Fionnphort para dar una vuelta en velero. Las dos primeras horas, hasta el té, fueron bien: vimos bebés focas, cormoranes, delfines en la lejanía y el chorro de una ballena. Pero luego el cielo se empezó a cubrir y las dos horas siguientes fueron de chuzos hasta casa. Rafa, Sarah Ch.  y yo estuvimos cantando a pleno pulmón casi todo el viaje de vuelta. La única pena fue que no hizo viento suficiente para desplegar las velas…

Jueves 21

Edda, Sarah Ch. y yo fuimos a Scoor, un pueblo supuestamente abandonado, que no era tal, aunque la iglesia en ruinas merecía la pena. Una señora salió como una tigresa para decirnos que no cruzáramos sus tierras. Luego, debió arrepentirse, y como un corderito nos dijo el mejor modo de pasar.

Por la tarde, fuimos a Tobermory bordeando la costa por una carretera enana para oír a un grupo de música tradicional escocesa, Ceilidhs.

Me enamoré de Tobermory y decidí pasar allí mis dos últimos días después de terminar en el campo de trabajo.

Viernes 22

Creo que hoy vamos a cruzar la isla en busca de nidos de águila. Edda, Sara Ch. y Sarah O., Rafael y yo vamos con Dom. Sarah O. decía que le dolían las piernas, pero Dom parecía estar paseando por Hyde Park. Increíble que “Terminator” – como le llamaba Rafa-, pudiera ir tan despacio.

Al final, Sarah O, decidió quedarse en un pueblo abandonado mientras nosotros íbamos al nido de águilas en la costa. Dos horas más tarde, estábamos allí de nuevo. Lo cierto es que a la vuelta yo estaba muy cansada, no sé si por el cansancio general o porque había comido poco. Todos teníamos los pies tan mojados que ya nos daba igual saltar o no los charcos…

Para cenar, Rafa hizo espaguetis con una salsa de pollo y verduras y yo dos tortillas de patata enormes, pero no me quedaron nada bien porque los fuegos eran muy débiles y la patata se me coció, y las dos únicas sartenes que había, se pegaban… Bebimos mucho vino y no nos queríamos ir a dormir. Yo estaba muy triste: nos íbamos al día siguiente…

Sábado 23. NOS VAMOS…

Los primeros en irnos, antes de las 8 h, fuimos Sarah Ch, Rafa y yo; en coche.

Fui dando abrazos a todos y al llegar a Paul, ya no me pude contener  y me eché a llorar. El pobre no sabía qué hacer, más que repetir que podía volver cuando quisiera. La verdad es que toda la familia [Tricia, Paul,  Erika y Katherine] ha sido un amor. Y Dom, también.

LOS PREVIOS

En verano había estado trabajando de monitora de tiempo libre en un campamento juvenil. Habían sido días de mucho estrés, con mucho griterío alrededor, y llegar a un lugar tan bonito, solitario y silencioso fue para mí toda una cura espiritual.

LO QUE APRENDÍ

Mucho sobre vegetación (las plantas de los brezales y las zonas pantanosas). De hecho, nada más volver a España me compré una Guía de flores y plantas en Europa, que aún  conservo, veinte años después, toda churretosa.


Sobre arquitectura del lugar y sobre los problemas de los locales con los senderistas (que dejan las verjas abiertas o llevan perros sin atar, un peligro para los rebaños de ovejas).

A valorar el duro trabajo de un ornitólogo de campo que sale  no importa el tiempo que haga.

Y que un edredón es lo mejor del mundo. ¡Fuera sábanas, mantas y colchas…!


Nota: El País Semanal publicó mi artículo el 20 de octubre de 1996: “Isla de Mull. Un solitario lugar lleno de aves, ovejas, pantanos y acantilados”.
Sobre Earthwatch: http://eu.earthwatch.org.




1 comentario:

  1. Hola Aida. Estupenda crónica, un viaje entrañable sin duda! muchas gracias... o como dicen allí mòran taing :) Cómo me recuerdas a Boli en algunas fotos :) . Besucos fuertes a todos

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