jueves, 12 de noviembre de 2015

DIARIO DE UNA VIAJERA EN AUTOBÚS (3) DE SAN VICENTE DE TORANZO A EL SOTO

DÍA 3. Jueves, 12 de noviembre de 2015

15 ºC  a las 8.17 h. Hoy hay más ruido que de costumbre en Jesús de Monasterio. No sé si es una de esas máquinas de “soplar hojas”…, o de podar. Hay niebla y nubes bajas.

Desde el miércoles pasado me duele el talón izquierdo y no se me ha pasado. ¿Será un espolón de gallo, una calcificación…? ¿Será de comer queso…? Me he metido en la bota una talonera de silicona a ver si se me alivia.

He salido tan “a toda flecha” que me he dejado el botellín de agua en la nevera. Menos mal que llevo una manzana y que no voy a una zona despoblada.

En el autobús somos cuatro, de nuevo. ¿Los de siempre…? Oigo retazos de conversación entre el conductor y el único pasajero hombre: “A las 8 bajé al sacristán y al albañil”… “Tengo ganas que llegue el clásico”… “¿Qué va a hacer, morder a uno…?”.

En Muriedas empieza a verse resol sobre Peña Cabarga. Sube una enamorada a quien viene a despedir su novio. El maniquí con la bandera roja sigue en su puesto, impertérrito. En un jardín, una cigüeña de madera policromada se sostiene sobre una pata. Siguen haciendo la acera hasta el barrio de La Canteruca. La profesora de primaria espera a los niños a la puerta del CEIP Eutiquio Ramos algo antes de las 9 h. El día es, a esta hora, azul y naranja.

En Puente Viesgo, entramos otra vez bajo el mar de nubes. La temperatura ha bajado hasta los 13 º C. En San Vicente de Toranzo siete niñ@s cogen el minibús al cole acompañados por sus madres y un abuelo. La niebla meona hace que parezca que esté lloviznando.

Dejo atrás dos bares de carretera: el Cienfuegos y Casa Tuto. El final del pasado día (el Ayuntamiento) es hoy el principio (km. 2 de la Vía Verde). En la fachada, una placa en recuerdo de los hermanos Bustamante Guerra: Francisco, naviero indiano, y José, uno de los comandantes de la expedición científica de Alejandro Malaspina en el siglo XVIII.


http://elpais.com/diario/2009/08/03/revistaverano/1249250401_850215.html. El comandante Bustamante y Guerra, impulsor de la expedición de Malaspina.
http://www.fbbva.es/TLFU/microsites/malaspina/saberMas.html. Para leer los resultados del viaje, publicados casi 100 años después, en 1885.

Bajo hacia el río rodeando la finca de maderas José Sáiz, que circundaba el segundo y blanco cementerio de 1888. Se oye la maquinaria trabajando con los troncos. El Pas va tan seco que se puede cruzar a pie al otro lado.


Retomo la Vía Verde llevando los abedules a mi derecha y los chopos a mi izquierda. Muchos de estos últimos tienen una cruz naranja. No sé si eso significa que los van a dejar o que se los van a “cargar”. Huele deliciosamente a madera resinosa.

La finca de maderas es inmensa… y ruidosa. Al final, llego a un puente metálico frente a un merendero. No sé por dónde sigue el camino, así que pregunto a dos señoras que vienen en bicicleta y “tricicleta” cruzando sobre las vigas de madera. Un señor que se ha apeado de un coche, ¿a echar un cigarro…?, me lo confirma: “Es el puente por el que antes pasaba el ferrocarril”. ¿Dónde ha quedado mi capacidad deductiva…?


Pasa un coche sobre los maderos y parece que el puente se vaya a desalambrar. A mí me da bastante yuyu cruzar, ¡y eso que solo peso 80 kilitos…! Pasa una BTT a toda mecha. Será para no quedarse en los agujeros (que hay varios).  El puente está prohibido a tractores y camiones, pero mientras yo ando por él,  pasan 4 turismos, hasta de dos en dos (uno detrás de otro). De repente, ya en el otro lado, me doy cuenta de que he perdido un taco de goma de uno de los bastones, y vuelvo atrás…,  por el puente. Lo encuentro justo a la entrada y por ¡tercera vez! vuelvo a cruzarlo. ¡Soy una jabata…!


El camino hacia el monte lejano está “enfarolado”; un cartel dice que están corrigiendo “la contaminación lumínica”. Es verdad que las han tapado con un casquete negro por arriba.

Dejo atrás San Martín de Toranzo, nombre que veo en un cartel de la carretera paralela a la Vía, y sigo, aunque sin indicaciones, por lo que creo sea la Vía Verde. Solo los letreros de prohibición a coches y motos y las preguntas a los parroquianos (y mi intuición), me indican que voy bien. Podrían poner postes kilométricos con el nombre del pueblo y que los cuidaran los vecinos de cada tramo…



Las interpelaciones al fracking siguen protagonizando el paisaje. Junto a la vía, movimientos de tierras, no sé si para canalizar algo. Las cunetas a los lados están llenas de hojas secas, pero – quizá por la humedad nocturna- no crujen demasiado (me encanta desde niña pisar las hojas secas en otoño). A las 10.45 h el día luce de nuevo claro y brillante.

Por la carretera paralela veo que estoy en Santiurde de Toranzo (kilómetro 6 desde Ontaneda). Junto a la vía se levantan casas todo a lo largo; algunas pretenciosas, otras de dudoso gusto, junto a algunas arruinadas, de las de antes.

Sobre las 11 h paro en un banco bajo un aligustre a comerme mi sanwich de media mañana, cerca de una iglesia (la de Santiurde), junto a un parque infantil. El cementerio adjunto es de 1912.


En el camino me cruzo con bastantes bicicleteros, pero pocos contestan a mi saludo. Es como si me cruzara con un ingenio metálico…

De repente, una obra de ingeniería, que no sé si es un viaducto. Dos cabras curiosas se asoman por el pretil, una de ellas no deja de observarme. Al pie, han creado un merendero con una fuente. Es el acueducto de Villasevil.


Cerca de las 12 h el talón me duele mucho (a pesar de la talonera) y voy cojeando. A ver si encuentro pronto una salida a la carretera general para coger el bus que viene de Burgos…

¡Anda! Otra veleta de bruja con escoba (En San Vicente de Toranzo vi una el otro día.  ¿Será por influencia de “la ojáncana de Santiurde”…?). Esta lleva un gato posado sobre el cabello al viento y un ratón en el palo de la escoba. Unos mastines enormes, enjaulados, se ponen a ladrarme como locos. Antes, ha pasado un hombre del pueblo, y nada. ¿Serán perros misóginos…?

Con estos días tan templados han florecido hasta los dientes de león (que lo hacen entre abril y junio) y he visto 5 mariposas blancas.

A las 12.15 h voy muy apartada de la carretera general, que discurre en paralelo, al otro lado del río, con el valle de por medio. Me parece distinguir  a lo lejos la cantera de ¿Penilla…? Sí, me lo confirman dos paisanos que también me dicen que en El Soto,  a un kilómetro y medio, tengo una salida a la carretera. ¡Menos mal!


Dejo atrás la granja La Clementina, “De nuestra granja a tu casa”, leche y yogur Clem. Junto a ella, acelgas y berzas en un huertuco.

Sobre las 12.40 distingo en la lejanía la iglesia de Soto Iruz. Ya sé dónde estoy. Hasta ahí llegamos hace algunos años desde Puente Viesgo. Una pila de piedras, entonces, nos cerraba el paso.


Al rato, paso un puente con barandilla de madera y veo una casa que podría ser la antigua estación de El Soto. Ahora sí que tiro hacia la izquierda, en Agricentro El Soto. Es la 1 y pronto llegará el autobús. Me dicen que se coge en “la pirámide”???. Antes de subir al bus, aún me da tiempo a limpiar de hierbajos el monumento a Santo Domingo de la Calzada, patrono de las obras públicas. El próximo día veré todo el patrimonio que me indican los letreros fucsia…




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