sábado, 8 de noviembre de 2014

CAMINOS PARA ANDAR CON TROCANTERITIS II. DE LA MARUCA A LAS POZONAS DE SAN ROMÁN (un 23 de abril de 2014)

El autobús municipal 18 (por Corbanera) me dejó, sobre las 11 horas, lógicamente, en Corbanera (que no sabía muy bien dónde estaba), final de trayecto.

Pregunté a un paisano, a quien casi hago perder el autobús de vuelta, dónde estaba el Castillo -que era lo que me parecía más cercano, según el croquis que llevaba. “Todo a la izquierda” -me dijo, apresurado.

Así que dejé a la derecha un letrero mugriento del Instituto Español de Oceanografía y me dirigí hacia la izquierda, bajando en dirección al mar.


Al fondo, reconocí el Centro de Interpretación del Litoral de La Maruca (http://www.youtube.com/watch?v=VvxSsjA4JaI)  y, como la otra vez aún no estaba abierto (no eran las 10), decido aprovechar para echar un vistazo rápido (http://centrolitoralmaruca.wordpress.com/). Me interesan sobre todo la vegetación y los paneles a la entrada con el listado de las atalayas (balleneras y de observación), los molinos de marea, los faros y las estructuras defensivas. “Puedes  encontrarlo en nuestra página web” -me  sugieren. http://centrolitoralmaruca.files.wordpress.com/2014/03/puntos-de-interc3a9s.jpg.

Al salir, como el otro día fui hacia la derecha, y acabé en el Faro de Cabo Mayor, decido esta vez ir hacia la izquierda, en dirección a la Virgen del Mar.

Hace mucho viento, y frío, y el cielo se ha ido cubriendo de nubes negras. El mar está picado pero, pese a ello, un “hombre-rana” va muy dispuesto a sumergirse en La Maruca. Brrrrr.

A las 12 h estoy en el molino de marea de Aldama, de 1795 – según leo en el panel. Ahora es el “Molino de La Maruca. Mariscos”.

Cruzo el puente sobre la ría de San Pedro del Mar y, en la cuneta del camino ascendente, encuentro (que yo conozca) anagálides, aristoloquias, cerrajas, verónicas, y mostaza  o rábano silvestre (que siempre las confundo). Son flores.

En el folleto pone que he de toparme con un equipamiento hípico. A lo lejos diviso lo que parece ser una antena en el mar y otra en tierra, en un pastizal. Menos mal que encuentro un bungaló con el letrero “Hípica Rostrío”. “Esto será” -me digo.

Continúo, siempre por carretera, y me topo con  “Piedras Blancas”, una urbanización. Donde empieza el carril bici, bajo hacia unos depósitos de agua (la depuradora de aguas residuales de San Román). Un lugareño me dice que, al lado, están las Pozonas. 


A medida que me acerco, una algarabía de perros empieza a ladrar. Es una perrera con perros de todos los tamaños, edades y razas. Junto a la valla, una pasarela de madera se interna en una charca: Las Pozonas. Han florecido los lirios amarillos y solo veo “azulones” (ánade real), quizá porque son de las pocas aves que reconozco sin dudas. Al salir de la pasarela, avisto el ¡segundo! poste desde La Maruca, un poco revirado, con la indicación de los kilómetros, 5´5.


Las fincas a continuación, dejando atrás las Pozonas, hacia la “civilización”, están llenas de perros que alborotan a mi paso. Alguna parece el arca de Noé: gallinas, ovejas…

Vuelvo por un carril-bici rojo hasta el poste de la parada del autobús. Llego a tiempo; si no, habría tenido que esperar un buen rato (una hora). En el bus, me encuentro, a dos señoras mayores con chándal, deportivas y mochila que llevan un ramo de hortensias y flores silvestres.

P.D. 8 de noviembre de 2014: No quiero ni pensar cómo puede estar ahora con las "reformas para mejorar" la senda...