miércoles, 3 de abril de 2013

ELO, UN ENANITO DE BLANCANIEVES



Marcelo siempre me ha parecido un enanito de Blancanieves. Creo que se llamaba “Feliz”, tenía cara de beatífico y no se alteraba por nada; al menos, aparentemente...

A sus más de ochenta años baja todos los días andando a Torrelavega, con sus zapatillas de deporte y un miniuolman en las orejas, para dar un paseo con sus hermanos por el parque o tomar el aperitivo.

Por las tardes, tras la siesta, dedica el tiempo a su huerta, una huerta muy guapa y bastante grande donde planta patatas, tomates, lechugas, cebollas...

Su mujer, Pili, es una gran cocinera y, cuando éramos pequeños, una vez que nos quedamos en su casa, nos hacía bizcochos y tortilla de patatas “de niño”-individual- para cenar. Así que, claro, luego no queríamos volver a la nuestra…

Marcelo, rayando los 95,  es todavía coqueto.
-Mira, Dora, ¿no estoy resultón? – le pregunta a su hermana, mirándose en una foto de cuando tenía quince años... Creo que es la única persona que conozco que lleva una foto de sí mismo en la cartera.

Un día encontró en el hotel tinte para el pelo que alguien se había olvidado. Desde entonces, con un bastoncillo, se tiñe las cejas todas las semanas para parecer más joven.

Marcelo es de muy buena pasta, como su hermano Amador. Siempre está de buen humor (o, al menos, eso parece). “Si no fuera por las piernas…” -es su letanía.

Le hubiera gustado ser médico, “cirujano”; pero los tiempos eran los que eran y había que trabajar. “A los 13 años, todos ganábamos lo que comíamos”. Primero, en la tienda; luego, en el bar Central, que había sido un café cantante y al que había que adaptar a los nuevos tiempos. En los años 40, tras la guerra, fue muy duro. “Entraba a las 10 y salía después de las 10. A los hijos, solo los veía los domingos”.

A los 95, con la cara todavía tersa, y a pesar de andar con dos bastones, sigue imponiéndose la disciplina de bajar al centro… menos cuando llueve. Reconoce estar sin dolores únicamente en la cama, en horizontal; pero se obliga. Porque el día que claudique, será el principio del fin…

CODA: Elo murió el 5 de enero de 2018, tras cumplir los cien, como su prima de Salas, Ángeles. Gracias por todas las historias familiares que me contaste. Tu padre, Alfredo, estará encantado de encontrarse, de nuevo, con su "hortelano"...

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